No hay semana alguna en donde el presidente Maduro no descubra un intento de magnicidio. Ve enemigos y asesinos por todos lados. No se asoma a ninguna ventana para que ningún francotirador imperialista tenga chance de dispararle ni come alimento alguno que no haya sido previamente testado a fin de cerciorarse que no está envenenado. El agua que bebe la traen directamente de Cuba pues no confía en ninguna empresa venezolana y mucho menos en Hidrocapital, no por temor a ser víctima de una conjura sino por el problema del cloro y la contaminación. Las afeitadoras que usa son igualmente sometidas a complejos procesos de esterilización no vaya a ser que estén impregnadas de HIV, hepatitis de la peor o de células cancerosas. En materia económica dice cada disparate. A veces grita que los apagones, debidos claramente al mal mantenimiento, son 14 años de desidia, flojera y robo, son vainas de Uribe y de Obama. Las cantidades que dicen haber gastado en modernizar la generación y distribución del sistema eléctrico son más altas que las invertidas en el mismo lapso por Brasil, Argentina, Chile, Perú y Colombia todas juntas. Los apagones son entonces un ensayo previo, una práctica, un anticipo, de los que él llama el “complot satánico” “El Golpe Eléctrico” “El sabotaje perfecto” A pesar que el ministro Chacón apareció pidiendo perdón y explicando que el gran apagón fue por una malla que se desprendió, el Sr. Maduro dice que la malla fue cortada en forma criminal. Los apagones que han seguido se los achaca ya no a un gran complot sino a pequeños comploticos, sabotajitos, golpecitos. En materia del dólar ya no hallan que hacer. Un día declaran que hablar del dólar paralelo es ilegal, que solo hay un cambio oficial, al día siguiente dicen que subastaron a 10 o 12 bolívares, mientras que docenas de páginas en Internet revelan que el dólar verdadero, el que existe, el que la gente compra y vende, no el de Pdvsa que nadie sabe adónde va a parar, no el del Banco Central que es dilapidado en el Fonden, ese concreto, anda por 7 veces el valor del oficial, convirtiéndose increíblemente en la disparidad más grande entre un cambio oficial y un cambio no oficial en la reciente historia mundial del comercio. Ni en Cuba en sus peores tiempos. Un día dicen que no habrá cambio paralelo, que serán castigados quienes cambien en mercado abierto y bajo tal concepto cierran todas las casas de bolsa dejando unos 40.000 trabajadores sin empleo y de paso metiendo preso sin cargo ni juicio alguno a varios miembros de importantes bolsas de valores y luego a los pocos meses, cuando se dan cuenta de su burrada, dicen que la ley contra ilícitos cambiarios es un desastre, que hay que abolirla y abrir de nuevo las casas de bolsas. En materia de abastecimiento cunde la locura igualmente. Cotorrean que están acaparando y no consiguen a nadie en tal situación. Vigilan a las empresas como si fueran cuevas de delincuentes. Llaman a la Polar para que explique y Lorenzo Mendoza les da en la madre con la verdad. Se quedan callados y no tocan más nunca el tema y menos se meten con ese señor. Samán asegura que con 200 policías bien armados y con suficiente poder para cerrar y confiscar empresas, lograría el milagro de reducir la inflación a cero. De tal afirmación se ríen a sus espaldas Merentes y hasta el propio Giordani. Otro día dice el Primer Mandatario que hay un “Complot Económico” “Un Golpe Desabastecedor” “Un Sabotaje Distributivo” y manda hordas de fiscales a supuestamente detener la conspiración. Los buhoneros compran los alimentos y productos que están regulados para luego venderlos a precios exorbitantes en calles, avenidas y mercados. Un litro de aceite vegetal cuesta en Maracaibo 70 bolívares y un kilo de harina de maíz unos 35. Con razón dice Francisco Faraco que hace tiempo no hay protesta de buhoneros. Arias Cárdenas asevera que ya descubrió todo el secreto del desabastecimiento y se debe a una pandilla, un clan, que hace contrabando de extracción. Otro día amanece Maduro manifestando que el problema es que las empresas no producen suficiente y tienen montado una operación morrocoy, olvidándose obviamente que una parte importantísima de la producción de alimentos está en manos de empresas nacionalizadas. Si no hay medicinas se la atribuyen a una campaña opositora de diseminar en el ambiente millones de microbios de distintas especies. Lo del sabotaje de Amuay es aún menos creíble. Ahora “ique” van a investigar la “extraña muerte” de Chávez. Por favor. Estuvo 2 años en Cuba. En tratamiento. Váyanse al …..con sus cuentos de caminos y sus justificaciones chimbas.
@eduardo_semtei