Al oficialismo le faltaría un voto para aprobar la ley habilitante en la Asamblea Nacional, supuestamente para combatir la corrupción. En lo que va de año ha tratado con trompadas, insultos y amenazas, sobrepasar la cuesta que le impide alcanzar una mayoría calificada. Ahora requiere las tres quintas partes (3/5) de los miembros del parlamento, que serían 99, pero según sus cuentas tienen 98. La convocatoria para tal fin se espera que la hagan en las próximas horas, incluso, hoy. En el caso de que tengan el valor para convocar la asamblea, tengamos la absoluta seguridad de que habrá sorpresas. Esta será la prueba del honor.
Muchos hablan de que el oficialismo está tratando a su manera de conseguir el voto, pero al mismo tiempo teme de que alguno de los suyos se regrese a la oposición, en el entendido de que la talanquera, el salto, es para afuera y, o para adentro. Muchos del oficialismo se sienten arrinconados por los suyos dentro de su propio espacio. Son pero no son. Y es necesario entender que en la furia de la derrota (interna), el hombre se aferra a lo perdido, olvidando el inventario de lo alcanzado. Lo otro, es que el oficialismo no es un partido socialista, sino un partido clientelista, donde la gente acude a buscar lo suyo, pero la vida –como siempre- nos pone pruebas: lo más fácil es equivocarnos, lo más difícil es perdonar, y entre ellas, lo más sabio es rectificar.
La oposición tiene en la bancada oficialista, que fueron suyos, a tres diputados principales y a tres suplentes. Todos conocemos sus nombres y algunos los hemos tratado personalmente con mucho respeto, pero es bueno recordar, porque la ocasión lo amerita, las palabras de un líder cristiano a su amigo: “Te apartaste del camino, y no volvías porque te daba vergüenza- es más lógico que te diera vergüenza no rectificar”.
Hasta ahora nadie conoce las reales intenciones de Nicolás Maduro, o tal vez las intenciones de otro en él, cuando manifestó que era necesario declarar “una emergencia que permita una nueva ética política y así impulsar el combate que adelanta mi gobierno contra la corrupción, y es por eso que yo voy a pedir a la Asamblea Nacional poderes habilitantes constitucionales”.
El profesor universitario y diputado ante la Asamblea Nacional por los pueblos indígenas de Venezuela, Arcadio Montiel, considera que esta ley para Maduro sería como darle una hojilla a un mono. Y ofrece claridad para la interpretación de la ley, porque el artículo 203 de la Constitución Nacional reza que todo proyecto de ley orgánica, salvo aquel que esta constitución califica como tal, será previamente admitido por la Asamblea Nacional, por el voto de las dos terceras partes de los integrantes presentes antes de iniciarse la discusión del respectivo proyecto de ley. Esta votación calificada se aplicará también para la modificación de las leyes orgánicas.
Esta primera parte que mencionamos del artículo 203 de la Constitución Nacional, habla del voto con los diputados presentes, pero luego el mismo artículo destaca que son leyes habilitantes, las sancionadas por la Asamblea Nacional por las tres quintas partes de sus integrantes, a fin de establecer las directrices, propósitos y marco de las materias que se delegan al Presidente o Presidenta de la República, con rango y valor de ley. Las leyes habilitantes deben fijar el plazo de su ejercicio. Para este caso, el oficialismo no cuenta con los 99 votos que requiere, pero podría interpretar su aprobación con los diputados presentes. Si falla uno de la bancada de la oposición, y están todos de la bancada del oficialismo, Nicolás Maduro tendrá todos los poderes. Para los parlamentarios de la oposición es una cosa de honor asistir y mantenerse firme al compromiso asumido con su pueblo. La patria confía en ustedes.