Alba María de Montilla (68) estaba casada hace más de cincuenta años con Adolfo Montilla (90). Fruto de esa relación tuvieron un hijo a quien le pusieron por nombre Adolfo José Montilla (42), quien, con la ayuda de sus padres, se forjó una carrera como abogado, poco ejercía, pero cuando lo hacía era en materia civil. Se había dedicado a dar clases de Derecho en la Universidad Fermín Toro.
En todos los años que tenían viviendo en la casa 22-24, ubicada en la carrera 27 con avenida Andrés Bello, la vida transcurrió con total normalidad hasta el día de ayer cuando la calma devino en tragedia.
Un ruido en la reja alertó a los habitantes de que algo pasaba. Una de las vecinas se asomó por la ventana y vio al señor Montilla caminando. La joven alertó a su madre y cuando ambas salieron el señor le dijo que su hijo se había vuelto loco.
«Nosotras abrimos el portón y escuchamos que el señor Montilla le decía a su hijo que no se fuera. El abogado lo apretó por el cuello, lo estaba ahorcando, y lo tiró al pavimento. Yo lo recogí y lo metí a la casa. El abogado vestía un blue jeans y una franela azul de rayitas, estaba todo lleno de sangre y decía que él era el Arcángel Gabriel; que había cumplido con la justicia divina y allí se fue por la avenida y se perdió», contaba una de las vecinas.
La dama confesó haber sentido mucho miedo. Dice que nunca había visto al abogado de esa manera. En su mirada se reflejaba la rabia que tenía para el momento y luego su mirada estaba perdida.
Tirada en la cama
Ante lo sucedido los vecinos de la cuadra se despertaron y al ver salir al abogado lleno de sangre decidieron llamar a la policía. A los pocos minutos llegó una comisión de Polilara y un vecino se atrevió a entrar a la casa. Tuvo que darle una patada a la puerta de madera para poder acceder.
Al revisar el cuarto de la pareja no vio nada. Cuando acudieron a revisar el cuarto del abogado estaba cerrado con llave, pero las dejó sobre la mesa. Mayúscula fue la sorpresa del vecino y los funcionarios cuando abrieron y sobre la cama del profesional del Derecho estaba el cuerpo de su madre, la señora de Montilla.
La dama estaba boca arriba, con sus brazos extendidos hacia arriba y sobre su pecho clavado un cuchillo de acero. La sexagenaria presentó tres puñaladas en la región pectoral.
Funcionarios del Grupo de Trabajo Contra Homicidios del Cicpc Lara fueron hasta el sitio del suceso para hacer el levantamiento del cuerpo.
Vecinos también indicaron que al parecer los padres del abogado estaban impidiendo que se fuera para algún lado, porque en el porche de la casa tenía tirado muchos libros, papeles y hasta la silla del escritorio.
Amaneció desnudo
Una vez que Adolfo José cometió el crimen, al parecer estuvo deambulando por la ciudad y a las 4 de la mañana llegó a la calle 2 con carrera 2 de la urbanización Nueva Segovia. Estaba completamente desnudo y lo que hacía era cantar canciones alusivas a Dios.
El hombre estaba muy cerca de la escuela Macario Yépez y los educadores de la institución educativa resguardaron a sus alumnos. Varias personas de la zona se acercaron para darle vestimenta, pero el abogado les pedía que se alejaran, porque Cristo ya vendría y era el único que lo salvaría. A su vez explicaba que no se podía vestir porque esa era la única forma que Dios lo iba a cubrir con su manto sagrado.
El abogado tenía una herida producida por arma blanca en un costado.
«Yo amo a Cristo, Cristo te ama», eran cosas que gritaba en medio de su locura, a su vez que decía que estaba condenado.
Al lugar se apersonaron familiares del abogado quienes dijeron que no querían saber nada y hasta expresaron que supuestamente él estaba metido en una secta satánica. Estas versiones fueron aportadas por las personas que estaban en el lugar de los hechos.
Una comisión del Cuerpo de Bomberos de Iribarren se encargó de trasladar a Adolfo Montilla hacia el Hospital Central Antonio María Pineda, en donde quedó recluido en el área de observación de la Emergencia.
Según las explicaciones de los especialistas, el hombre estaba bajo los efectos de algún estupefaciente.
Una vez que recobre el sentido será puesto a orden del Ministerio Público.
Fotos: Ricardo Marapacuto