Miro de reojo el reloj
Con rabia improductiva
Oigo su tic tac inclemente
Cada minuto me acerca a nuestra despedida
Y su minutero implacable avanza
Y con el mi desdicha.
Como condenado veo pasar el tiempo,
Un grito mudo vencido nuevamente por el implacable tiempo.
Viene el frío,
y la alegría se marcha huidiza de ser presa del presente.
Las horas caen una tras otra construyendo una loza inmovible,
Que me deja monolítico hasta el fin del tiempo.
Tiempo, cuan duro, cuan inflexible, cuan imperecedero.