Reflexión
Sí, 120 años cumplimos ayer mi hermano gemelo y yo. Y hoy quiero dedicarle estas reflexiones a él. Cómo no hacerlo si fue mi compañero inseparable nueve meses en el vientre de mi madre y “pegao” a mí, siempre, hasta que me uní en matrimonio a mi amada hace 38 años. Mi madre dijo que de los 12 partos que tuvo, ese fue el más feliz de todos. Y mi padre brincaba de alegría por cuanto eran los varones 7 y 8. Hoy lo padres brincarán del susto. Con los adelantos tecnológicos y la ausencia de Dios en las familias, la educación de los hijos es preocupante. Más tarde llegaría el Benjamín. Alonso Américo, el Tiger Wood de la familia, pero sin la cuenta bancaria.
Y es que los hermanos son los compañeros de toda la vida. A pesar que los quehaceres del mundo los separan, por razones obvias, vamos en paralelo, y si se llevan poco tiempo en la distancia, del nacimiento entre uno y otro, con mayor razón. Waldo, Asdrúbal y Edner son un ejemplo vivo, tangible y hermoso de lo que estamos diciendo. Y si nacieron el mismo día, como es el caso nuestro, pues imagínense Uds. Los padres bajan al sepulcro, los hijos hacen su vida, los cónyuges, en muchos casos fallecen, se separan o enferman y quien queda en la atmósfera familiar es el hermano, que nunca deja de ser. Cuando bajan al sepulcro, dejan un extraño vacío.
Los hermanos deben amarse mucho. Ayudarse, cuidarse y protegerse. Es un mandato de Dios con promesa. “¡Mirad cuán bueno y agradable es que los hermanos habiten en unión y armonía! …Es como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sión; porque allí envía el Señor bendición y vida eterna.” Salm.133:1,3. El amor fraternal bendice a todos con su santa y dulce influencia. Y mis hermanos así lo han entendido. Por lo cual tratamos de trasmitirlo a nuestros hijos y nietos. Pero mi gemelo lo interiorizó desde muy pequeñito. Recuerdo una pelea de niños en la escuela. Se “fajó” con un compañerito que me buscaba problemas. Reflejando, como la influencia del Espíritu Santo de Dios ungía su persona y actuaba en defensa de su hermano.
Es normal que los gemelos sean objeto de comparación. Mi mamá lo hacía, pero desde el punto de vista físico. Decía que yo era gordito y cabezón.
Y mi gemelo más delgado y un poquitico más alto. Pero nunca emitió juicios de valor, era demasiado inteligente. Y lo digo, por cuanto las personas lo hacen. Ponderan públicamente mas a uno que al otro, entonces despiertan los celos, el rencor y hasta el odio entre los hermanos y eso es horrible. Ciertamente con nosotros también sucedió. Decían que yo era el morocho simpático. Puede nacer un complejo de inferioridad que acompaña al hermano hasta cuando son adultos. Pero mi hermano gemelo era muy inteligente, jamás sintió celos de mí. Tenía ya, en su corta edad, una personalidad bien definida y eso con seguridad, venía del amor prodigado por nuestros padres y la obra de Dios en su corazón.
La historia de los gemelos Jacob y Esaú. Dos personajes quienes junto a sus padres, Isaac y Rebeca, podemos decir, de manera general, están en la línea del linaje de nuestro Salvador Cristo Jesús, puede enseñarnos mucho. Ellos vivieron una vida de confrontación personal y esto se debió grandemente a las equivocaciones que cometieron sus padres al educarlos para ellos y no para Dios y para la sociedad donde vivían. Fueron errores tras errores, lo cual les causó muchos sufrimientos posteriores. Pero gracias a Dios, al final de la historia, hicieron honor a su formación espiritual. Se encontraron, se abrazaron, lloraron amargamente y se perdonaron. !Hermoso!
El caso nuestro gracias a Dios no fue así. Vivimos una niñez muy linda a pesar de las privaciones. Nuestros padres nunca incentivaron preferencias por ninguno de los dos. No hubo oportunidad para ello, por cuanto éramos trece hermanos. Pero mi madre fue muy bella, tierna y amorosa.
Recordarla nos produce nostalgia. De verdad extrañamos sus palabras llenas de amor, paz y comprensión, aun siendo viejos y con familia. Estoy convencido que mi hermano gemelo Wilfredo, ha heredado ese tremendo corazón que tenía mi madre y que está haciendo planes serios para ofrendárselo a Dios pronto, como el Señor Jesús espera. ¡DIOS TE BENDIGA hermano triple!
!Nos encontramos el martes que viene, con el permiso de Dios! “La Santa Biblia, caballero, es la roca donde descansa nuestra República” Andrew Jackson, Presidente de los Estados Unidos durante los años (1829-1837)