El escepticismo se impone en Estados Unidos y Europa sobre una eventual intervención militar en Siria: los políticos se hacen eco de la reticencia de la opinión pública y reclaman presentar pruebas contra el régimen de Damasco.
Desde Londres a Berlín, aunque indignados por las imágenes del ataque químico llevado a cabo el 21 de agosto cerca de Damasco, los legisladores se niegan a confiar ciegamente en los dirigentes de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia para que lancen un ataque punitivo contra el régimen de Bashar al Asad, que acusan de usar armas químicas.
Londres es el epicentro de este escepticismo político. La oposición laborista rechaza aprobar un texto propuesto por el primer ministro David Cameron a favor de una intervención militar, cuando aún no se conocen los resultados de la investigación de la ONU en Siria, lo que posterga eventuales ataques, que parecían inminentes hasta hace unos días.
Los británicos no están apurados: sólo un 22% de ellos, según un sondeo YouGov/The Times publicado el jueves, está a favor de una intervención, contra 51% que se opone.
En otros lugares de Europa, las encuestas también reflejan posiciones mayoritariamente contrarias a una intervención.
Los alemanes, tradicionalmente reticentes a enviar sus tropas, se oponían en un 58% a atacar Siria, mientra que 33% sí lo apoya, según un sondeo Politbarometer/ZDF.
En Francia, donde el Parlamento fue convocado el miércoles próximo para una sesión extraordinaria, la opinión pública está dividida.
Dos sondeos sobre un eventual ataque militar contra Siria bajo el mandato de la ONU dieron el jueves 55% de opiniones favorables contra 45% (Ifop/Figaro), mientras que la víspera una encuesta de CSA dio 45% a favor y 40% en contra.
En Italia, el tema no genera debates: tanto la izquierda como la derecha rechazan intervenir sin el aval de la ONU.
EEUU cansado de la guerra
El presidente estadounidense, Barack Obama, afronta otro tipo de reticencias.
El Congreso estadounidense no pretende depender de las conclusiones de la ONU, una institución que no despierta la confianza de los republicanos.
No hay duda de que el mandatario, que la revista Time describió el jueves como un «guerrero infeliz», elaborará una justificación legal para una «respuesta» militar, seguramente en nombre del interés nacional y de la violación de normas internacionales sobre armas químicas.
Pero tanto demócratas como republicanos le exigían una descripción de sus planes.
«¿Qué resultados busca obtener el gobierno?», preguntó en una carta redactada en tono severo John Boehner, presidente republicano de la Cámara de Representantes, al subrayar que una intervención militar constituye un «medio y no una política» a adoptar.
La prensa se interroga por su parte acerca del informe que la inteligencia estadounidense tiene previsto difundir en los próximos días.
«Dado el espectacular fracaso estadounidense en Irak, cuando el gobierno de (el expresidente George W.) Bush desató una guerra a causa de armas nucleares que no existían, el nivel de pruebas (requerido) es sin duda más elevado», insistió The New York Times en un editorial el jueves.
Desde el comienzo de la crisis siria, los estadounidenses mostraron poca voluntad de involucrarse de forma creciente, incluso sin llegar a una invasión terrestre, cuando la retirada de sus tropas de Afganistán todavía no culminó.
Según un estudio de Quinnipac del 8 de julio, el 61% de los estadounidenses considera que no está en el interés del país «involucrarse» en el conflicto sirio, a pesar de que 49% se haya declarado favorable al uso de misiles de crucero «que no ponen en peligro la vida de estadounidenses».
Foto: AP