La principal puerta de entrada terrestre de la ciudad, no luce acorde con la magnitud que representa la cuarta ciudad más importante del país. La anarquía y el congestionamiento conviven en un espacio reducido que desmejora la calidad de servicio para propios y visitantes.
En recorrido de EL IMPULSO por estos espacios, se pudo conocer la realidad dentro de las instalaciones del terminal, donde en reiteradas ocasiones los pasajeros han exigido un mejor lugar para la espera de su transporte.
Al ingresar, se observa gente arremolinada, colectores gritando constantemente con el propósito de incitar a los pasajeros a montarse en sus rutas, algunos indigentes acostados en los pasillos del edificio, contaminación sonora por el persistente “corneteo” de los conductores, movilidad truncada por la cantidad de buses apostados en los andenes, innumerables establecimientos informales y molestos olores que ingresan al olfato del visitante. En pocas palabras, no es un espacio agradable para abordar una unidad de transporte.
A fin de cuentas, la situación no es favorable en una ciudad que cuenta con el mismo terminal desde hace 49 años. Desde su inauguración, la ciudad contaba con una población de 450.000 habitantes. Hoy en día la cifra se triplica y la demanda supera con creces la misma infraestructura.
De acuerdo al criterio del arquitecto Orlando Rivas, el terminal no se adecúa a las necesidades de movilidad de la población, aunque resaltó que el estar establecido en un sector céntrico promueve el dinamismo de transporte en la ciudad.
“Barquisimeto cuenta con un terminal de pasajeros obsoleto, cuyos espacios están envueltos en un círculo de anarquía y libertinaje, creada por una red de prostitución y talleres anexados en sus inmediaciones”.
Enfatizó que los entes gubernamentales tienen un concepto muy lejano y erróneo de un terminal de transporte. “En la actualidad sólo se preocupan por construir un edificio principal con algunos andenes al aire libre, donde expone a los ciudadanos a compartir espacios junto a los buses”.
Actividad comercial
Explicó que nunca se planteó un orden para las zonas aledañas, donde sus espacios no son aprovechados en la actividad comercial o económica, por lo tanto, la zona está apropiada por negocios de comercio informal.
“En este lugar están apostados un sinfín de buhoneros que venden los mismos productos en todos sus establecimientos, están más por supervivencia que por ofrecer un servicio. No existe un puesto donde se pueda vender artesanía de la región”, apuntó.
Respetar el tiempo
La función principal de un terminal de pasajeros debe estar orientada en estimar los tiempos de desplazamiento de los ciudadanos, según Rivas, el Estado nunca ha planificado el beneficio del usuario.
“Cuando no se tiene conciencia del tiempo, es cuando suceden problemas de movilidad en la ciudad. Debes permitir que el ciudadano gaste menos tiempo en desplazamiento y lo utilice en sus diligencias diarias”. En resumidas cuentas, el especialista en urbanismo, comentó que la ciudad necesita un terminal con operaciones similares a la de un aeropuerto, “donde el usuario realiza la compra de su boleto y se dirige a un espacio de abordaje que directamente comunica la unidad de transporte. La ciudad merece mejor atención y mayor calidad de servicio”. Daniel Pérez Terán
Periféricos, la opción
Como solución concreta ante estos problemas, Rivas propuso la construcción de terminales periféricos en los cuatro puntos cardinales de la ciudad, donde se trabajará de acuerdo a los destinos más próximos a las salidas de los buses. En ese caso, la movilización del transporte se centrará en recorrer la periferia de la ciudad, sin afectar el tránsito automotor que circula en las principales troncales de la ciudad. En cuanto al terminal del centro, consideró que se debe rehabilitar este espacio para funciones de transporte urbano e interurbano que beneficien directamente a los habitantes de la ciudad de Barquisimeto y poblaciones cercanas.