Las adicciones más conocidas son las que tienen efectos evidentes y causan estragos en la salud, tanto física como psíquica. Pero ¿qué pasa con las que están enmascaradas, bien por ser promovidas socialmente, bien por ser muy sutiles y estar casi normalizadas?.
A veces la frontera entre comportamiento aceptado y patológico no está tan clara, o puede pasar desapercibida durante mucho tiempo, antes de evidenciarse como una adicción, con consecuencias igual de graves a largo plazo.
Puede parecer chocante, y por tanto voy a mencionar algunas de estas adicciones cotidianas, que son incluso propiciadas por un estilo de vida determinado o como signo de integración social:
Azúcar. (El azúcar tiene la misma composición molecular que el alcohol, ¿te sugiere algo este dato?. Cabría preguntarme por qué necesito endulzar tanto mi vida, qué amargura hay a la que no puedo ni quiero mirar.
Café. La cuestión sería si estoy exigiendo a mi cuerpo mucho más de lo que puede dar de sí, o porqué no dispongo de suficiente energía para acometer las actividades diarias.
Fármacos en general. Quizás hay un gran temor a sufrir y tendencia a buscar soluciones rápidas. Prisas. Si mi vida es un correr, sin tiempo para mí ni para los míos, Hay algo de lo que estoy huyendo, aunque es imposible escapar de mí misma/o. El hacer constantemente: (muy valorado en la sociedad actual y no hablo sólo de adictos al trabajo). ¿Estoy presente y escapo a través del hacer, para no sentir?
Victimismo/queja. (Esta adicción está tan extendida que apenas se percibe). Puede tratarse de que no esté afrontando lo que depende de mí misma/o, manipulando a los demás para no actuar.
Juicio/crítica. (Otra que compite por el número uno del ranking…). Si tengo la costumbre de tirar por el suelo a los demás o soy exigente en exceso, ¿será que escondo falta de seguridad y confianza en mí misma/o, y tengo mucho miedo a ponerme en evidencia?
Relaciones sentimentales. Puede que continuamente enlace relaciones o mantenga la misma, aunque no me satisfaga, para huir de la soledad que propiciaría entrar en contacto conmigo misma/o y, por tanto, con mis “demonios internos”.
Ver TV; incluso leer con la finalidad de escapar, a través de estas historias ajenas para no pensar en la mía propia.