Normalmente al referirnos a desastres pensamos en los efectos y las pérdidas que producen los fenómenos naturales o eventos tales como los terremotos, las inundaciones, los tsunamis, los deslizamientos de tierra, entre otros.
Cuando esos fenómenos naturales superan los límites de normalidad decimos que estamos ante la presencia de desastres y esos desastres adquieren proporciones de tragedia cuando ocurren en medio de la improvisación y la ineficiencia gubernamental.
En menos de un año, por diferentes causas y en los polos opuestos de la nación, han ocurrido sendos accidentes en dos refinerías adscritas a la empresa, según los voceros oficiales, más eficiente del mundo: PDVSA.
Cuando a PDVSA se le hundían las plataformas petroleras, se le pudría la comida o se le caían las casas, se entendía que era por haberse dedicado militantemente a cumplirle órdenes a su comandante supremo y no a la esencia de su negocio, pero cuando en las instalaciones de la principal industria nacional, los desastres naturales ocurren por descuidos del factor humano, sabemos que estamos ante la presencia de la más clara incapacidad gubernamental.
Pavosos, corruptos y mentirosos
Y es que vivimos con un gobierno incapaz, que desde que asumió Nicolás Maduro, formalmente en abril pero que preside desde mediados de diciembre, todas las decisiones le salen mal, la situación del país ha empeorado y fracasan con todos los planes que se proponen. Cualquier cosa que ha hecho (ajustes, recortes, subidas de impuestos, reformas económicas, devaluaciones, subastas) solo ha servido para que haya más pobreza. Es que ni siquiera en las designaciones de las autoridades monetarias del país han dado pie con bola.
Lo que dice un día no vale quince días después porque la mentira es su modus operandi. Es un gobierno que no prometió en campaña ni una sola de las medidas que ha ido aplicando, y que incluso negó muchas de ellas, por ser propias de la derecha entreguista y capitalista. Por esa vía ha devaluado, ha generado más deuda, y ahora se empeñan en una supuesta política anticorrupción, falaz y embustera, que no dará ningún fruto porque no persigue al verdadero foco de la descomposición política: ellos mismos.
La gran mayoría de los chavistas y chavistos (término adecuado al lenguaje revolucionario, así este destrozando las reglas idiomáticas) no tienen como justificar los ingentes bienes de fortuna, que de no estar en manos de testaferros, de seguro obligaría a la Revista Forbes a cambiar su lista.
Videntes o charlatanes
Lo que sí es digno de resaltar es que tienen una cualidad para enfocar el futuro, no como un acto de planificación sino porque actúan como videntes capaces de presagiar el porvenir, esclarecer lo que está oculto mediante visiones sobrenaturales, muy distinto a esos gobiernos capitalistas e imperialistas que les da por concebir, programar y ejecutar planes concretos.
Tan es así que se han empeñado en promocionar a Ciudad Bolívar como sede de los Juegos Panamericanos, lo cual no tendría nada de extrañar si en la zona existiera la infraestructura necesaria no solo para las actividades deportivas, sino para el turismo conexo.
En la otrora Santo Tomás de la Nueva Guayana de la Angostura del Orinoco no hay una sola calle asfaltada, a pesar que una de las consignas oficiales es que en la zona hay tres compañías de asfalto; no hay hoteles, ni infraestructura que permita alojar a las delegaciones y a sus familiares; si no fuese por la majestuosidad del Orinoco, costaría mucho competir con Buenos Aires y Santiago.
Hay algo que ellos saben que los demás mortales desconocemos. Y entre ellas deben estar las normas de seguridad con que protegerán los cafetines y cantinas de los gimnasios para que no sucedan incidentes como la tragedia ocurrida en Puerto Ordaz, en el marco de los Juegos Deportivos Juveniles, que por un golpe de suerte, solo sesgó la vida a una periodista y dejó dos personas heridas: una niña de 12 años y un vigilante.
Las consecuencias de avalanchas, deslizamientos de tierra, granizo, sequía, huracanes, tormentas eléctricas, tornados, erupciones volcánicas, incendios forestales, inundaciones, terremotos y hasta tsunamis son superables en medio de la eficiencia y la eficacia gubernamental, pero tenemos un gobierno que en sí mismo es un desastre, y no precisamente natural, que ante la ausencia de catástrofes apuestan por su ineficiencia para producir las tragedias.
Llueve… pero escampa
@yilales
Llueve… pero escampa – Eficientes para generar tragedias
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