«En tiempos peligrosos, no hay mayor pecado que la pasividad». Dante Alighieri.
De estos catorce años del nefasto gobierno de Chávez, la herencia político administrativa está caracterizada por la falta de planificación, la arbitrariedad, la corrupción administrativa mayor de toda la historia, y el descuido de las necesidades sociales fundamentales. La población languidece en medio del atraso, el desempleo, la inseguridad y asediada por la pobreza. El déficit fiscal impidió proporcionar recursos urgentemente necesitados para atender las necesidades básicas de la sociedad. Se vieron obligados a recurrir al acceso de créditos a potencias extranjeras como China, Rusia, Bielorrusia e Irán. Comprometieron al país, a cambio, con pago de crudos por los siguientes 35 a 40 años. Sextuplicó la deuda externa. La deuda interna en pasivos laborales es incuantificable, pero lo más seguro, impagable.
La peor crisis económica llegó. Y muchos jamás pensábamos nos tocaría por la inmensidad de recursos naturales que poseíamos, el parque agro industrial desarrollado durante la llamada cuarta república que abastecía el consumo nacional en más del 65% de sus recursos: alimentarios, medicinas, salud, automotor, maquinarias, textiles, construcción, pesquera, minera, electricidad, vialidad entre otras. Nos jactábamos de tener una empresa petrolera nacionalizada, Pdvsa, entre las primeras del ramo a nivel mundial. La producción petrolera llegó a casi los cuatro millones de barriles diarios. Éramos dueños de la producción de hierro, aluminio, oro, diamantes, uranio y otros minerales. El país iba enrumbado hacia la conformación de una sociedad capitalista moderna, pero con el defecto no corregido de una sociedad primaria en sus aspectos fundamentales, relativos a lo funcional, y sostenida interacción entre trabajo, gestión, capital y tecnología.
Las severas críticas durante los dos últimos períodos presidenciales CAP y Caldera, que llegó a ser una burocracia incompetente, ineficaz y corrompida, agravada por los bajos precios del petróleo a nivel mundial, y el fraude bancario durante la experiencia del chiripero, acentuaron la decepción y desconfianza en la avizorada revolución democrática que ya se venía construyendo por más de 40 años con sus aciertos y errores. La insurgencia de un grupo militar, aupado por sectores agazapados y con codicia de poder, le confirieron liderazgo a un imberbe pero osado oficial de segunda, Hugo Rafael Chávez Frías, el comandante de los “comacates” fallidos de un golpe militar, para conjuntamente con la dictadura de los hermanos Castro, y el Foro de Sao Paulo, se fuesen apoderando progresivamente de Venezuela y sus grandes recursos, que alimentaran el Socialismo del Siglo XXI (comunismo estalinista) en Centro y sur América. Hoy el país nos da lástima, y todavía no somos suficientes a quien nos duele sinceramente para producir el giro hacia el rescate democrático. Nadie se explica cómo han despilfarrado 1 billón de petrodólares en tres lustros.
Hemos escuchado al inmaduro, usurpador, ilegítimo, una balbuceada de revisar la ética política. Con que valores, nada más veamos la comparsa de fariseos e ineptos que ahora son sus adláteres en éste desgobierno que heredaron del comandante pajarito. La crisis moral lo terminará de hundir en el lodo.
Crisis moral
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