Muchas personas claman por la intervención de las Fuerza Armada para la solución de sus problemas. Desde lo doméstico, para el que cuentan con un amigo guardia nacional, hasta para los grandes temas de la nación.
Cada vez que hay una situación política grave una de las primeras expresiones que surgen es “…y los militares no van a hacer nada”.
Hay otros más conocedores del tema, que pontifican cuál debe ser la actitud correcta de actuar de los integrantes de los militares que por ley tienen el monopolio legal de las armas (porque el ilegal está en manos de pranes, que no existen (Iris Valera dixit) pero gobiernan desde las cárceles), y le exigen pongan en orden al gobierno, que en otras palabras es: depongan al gobierno.
Cuando Augusto Pinochet, por clamor de las fuerzas vivas de Chile, derrocó a Salvador Allende, lo hizo por amor a la patria y por ser el único capaz de salvar la república de las manos ignominiosas que habían llegado al poder por el voto popular. Esta suerte de redentor no abandonó el poder sino 17 años después ¿Y es que esos no fueron los argumentos usados por esa suerte de mesías criollo, que se “sacrificó” con un golpe contra el Estado al que había jurado defender, por ser el ungido de los libertadores, garante de los ideales bolivarianos y heredero del último hombre a caballo?
Lealtad no es patriotismo
Cuando revisamos la historia de la fuerza armada venezolana, que no nació en el siglo XIX, como ellos mismos creen, que no son herederas de glorias patrias, ni forjadoras de libertades, porque surgen de la mano férrea de uno de los gobernantes más déspotas que conoció nuestra historia, Juan Vicente Gómez, nos encontramos que siempre han guardado fidelidad al gobierno de turno.
La salida intempestiva de Marcos Pérez Jimenez, estuvo precedida por algunos movimientos insurreccionales contra el poder, pero no fue ni por asomo una rebelión cívico militar como algunos pretenden hacer ver.
Ante los hechos de El Porteñazo y de El Carupanazo, las Fuerzas Armadas mayoritariamente actuaron de la mano del gobierno, así como también lo hicieron cuando la verdadera “planta insolente” de barbudos milicianos cubanos pretendió invadirnos.
Hay quienes piensan que la lealtad es patriotismo y tratan de representarlo a través de cánticos. Hay patriotas que pueden tener lealtad, pero no en todos los casos los leales son patriotas.
Y es que algunos patriotas, terminan convertidos en chauvinistas, como el inefable personaje de la comedia La cocarde tricolore de los hermanos Cogniard, en donde el actor con el nombre de Chauvin, personificaba un patriotismo exagerado con la manía de culpar de los males propios a otros países, regiones, pueblos y razas.
Sobre mi caballo yo, sobre yo…
No existe acuerdo entre los filósofos sobre a que cosas o ideas es que se puede ser leal. Algunos creen que se puede ser leal a un espectro muy amplio de cosas, mientras otros arguyen que solo se puede ser leal a otra persona.
La Encyclopædia Britannica define la lealtad como la “adhesión al soberano o gobierno establecido del país de uno” y también como “devoción personal y reverencia al soberano y a la familia real” ¿Entonces porque extrañarnos de la actitud de una Fuerza Armada Bolivariana, Socialista, Chavista y Antiimperialista?
Cuando una fuerza armada, cuyo fin ulterior es prepararse para la guerra, se cree el garante de la República, se comprueba que distamos de ser un Estado. Cuando los ciudadanos reclaman y exigen que sean los militares los que restituyan el orden constitucional, contra un gobierno presidido o tutelado por los mismos militares, se demuestra que distamos de ser una sociedad de ciudadanos.
Lo que los venezolanos hagamos por salvar la institucionalidad y la República, por regresar a la senda de la democracia, el desarrollo y el progreso, es nuestra responsabilidad, no podemos, ni debemos esperar, por una fuerza armada que se encuentra en la comodidad de las mieles del poder, siendo leal a sus propios intereses.
Ellos van tras un caudillo: Il Duce o el Führer, en ambos casos traducibles como guía o conductor; siguieron a Mao «el Gran Timonel»; respaldaron a Ceauşescu el «Conducător»; amaron a Kim Il Sung «Gran Líder» y a su hijo, Kim Jong-il, el «Querido Líder» y en Venezuela elevan a los altares de la patria al «Líder Supremo de la Revolución». Mientras los ciudadanos no actuemos la FAN será fiel a quien le garantiza su mejor vivir y la República que espere.
Llueve… pero escampa
Llueve… pero escampa – FAN: Leales, ¿a quién?
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