La información pública parecer ser un enemigo a vencer por parte del PSUV sin que se sepa, hasta el momento, por qué de dicho proceder.
Los ejemplos son varios: 1) los pocos presos políticos liberados son obligados por resoluciones judiciales a no declarar a la prensa e incluso se les prohíbe el uso de su cuenta de Twitter, como el caso de la jueza Afiuni; 2) Desde hace años no se hacen públicos los índices de criminalidad, en específico, los referidos a la cantidad de muertes productos de hechos violentos; 3) las autoridades sanitarias no emiten informe sobre la cantidad de fallecidos producto del rebrote de la gripe AH1N1; 4) El Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad), donde son subastados y adjudicados dolares para personas jurídicas y naturales que adquieren bienes y servicios en el exterior, implica la prohibición expresa de hacer pública la tasa de paridad cambiaria de los dolares adjudicados en dicho sistema y los criterios internos en el Banco Central de Venezuela que determinan la adjudicación o no de las divisas subastadas.
La desinformación parece ser la consigna del PSUV, sin embargo, una perturbadora pregunta surge de este hecho: ¿La democracia puede existir sin información pública confiable? Si algo queda claro es que cuando el gobierno oculta información de interés ciudadano surgen los rumores y estos conducen a un peligroso estado de nerviosismo y crispación pública inútil a los fines de trasmitir confianza a los venezolanos, en ese sentido la respuesta a aquella interrogante es que una democracia sin información pública confiable es un “arroz con pollo sin pollo”.
Nuestra constitución consagra el libre acceso a la información pública, la libre prensa y la prohibición de la censura, en tal caso, el Estado venezolano debe actuar en consecuencia y proscribir las prácticas de desinformación que se están manifestando en diversas instituciones del gobierno y destituir a los funcionarios públicos a ellas adscritos que, por su sola filiación o simpatías políticas con el PSUV, vulneran el derecho del pueblo a estar debidamente informado sobre los asuntos públicos. Caso contrario, la democracia que con tantos sacrificios el pueblo venezolano construye desde el 23 de Enero de 1958, estará expuesta a sus naturales e históricos enemigos: el militarismo, el autoritarismo, el capitalismo parasitario importador, la anarquía y el crimen organizado. Pero, lastima, a Nicolás Maduro solo le preocupa el bienestar de Snowden.
La información pública
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