Francisco en Brasil

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La visita de Su Santidad Francisco a Brasil coincidió exactamente con el 58 aniversario de la Primera Conferencia Episcopal Latinoamericana celebrada precisamente en Rio de Janeiro entre el 25 de julio y cuatro de agosto de 1955, fecha cuando este país se aprestaba a realizar elecciones bajo la tutela de un interinato militar que tomó el mando del gobierno luego del suicidio en 1954 de Getulio Vargas, a quien los politólogos califican como el padre del populismo sudamericano.
Esta primera Conferencia autorizada por el Papa Pio XII tenía como intención básica el encuentro de los Obispos latinoamericanos en suelo propio para así organizar una agenda conjunta de actividades apostólicas. Para nada se contemplaron temas sociales ni hubo opinión sobre los gobiernos militares que plenaban el mapa político de nuestro subcontinente, Perón en Argentina, Rojas Pinilla en Colombia, Pérez Jiménez en Venezuela, Odría en Perú, lo cual sumado a la orientación de Eugene Pacelli de excomulgar a católicos que hicieran causa común con los comunistas, constriñó esta primera Conferencia a lo estrictamente eclesial. Dato importante fue que Helder Cámara, en calidad de colaborador del entonces Secretario de Estado Giovanni Montini, trabajó como uno de los grandes promotores de estas jornadas.
Y es importante nombrar a Don Helder Cámara, Arzobispo de Olinda y Recife, porque fue figura fundamental que inspiró grandes movimientos de solidaridad social entre los sacerdotes latinoamericanos. Por ello hablar de catolicismo y pobreza en Brasil hace obligante una referencia a quien fue llamado el Profeta de los Pobres. Aunque es entendible el silencio que a este respecto guardó Su Santidad ya que la época de Don Helder Cámara estuvo llena de posiciones religiosas que muchas veces cruzaron la frontera de la palabra como fue el caso de Camilo Torres Restrepo, quien junto a Gutiérrez Merino, Leonardo Boff y Jon Sobrino, entre otros, abanderaron la Teología de la Liberación, tesis que pretendía ser compromiso vivo de los documentos aprobados en Concilio Vaticano II, en los cuales se indica que el católico debe buscar a Dios encarnado en el Hombre, indistintamente de sus circunstancias sociales y económicas.
La Iglesia Católica en los años de Vaticano II entro en ebullición porque saltaron a la palestra temas que anteriormente estaban vedados, como el celibato de los sacerdotes, el aborto, la pobreza como limitante de la evangelización, la responsabilidad de los laicos en el manejo de lo pastoral, en fin, el viejo, sabio y humilde Roncallo (Juan XXIII) logró el despertar histórico de una iglesia que estaba sumida en un letargo medieval desde el Concilio de Trento. No obstante mucho fue el merito de su sucesor Montini (Paulo VI) en organizar este volcán de ideas y pasiones y darles operatividad.
Luego de finalizar este Concilio y con los avances obtenidos en la Conferencia Episcopal de Medellín todo parecía indicar que el movimiento de Obispos y Sacerdotes que propugnaban un mayor compromiso social respecto a los pobres obtendría pronunciamientos contundentes para profundizar la acción pastoral hacia este sector en la conferencia Episcopal de Puebla, bajo la inspiración que significaron los curas obreros europeos. Pero la muerte imprevista de Albino Luciani (Juan Pablo), quien tenía entre sus planes poner en práctica los contenidos de Vaticano II y la escogencia de Karol Wojtyla (Juan Pablo II) como su sucesor, modificaron este panorama, sencillamente porque este santo hombre de Dios no logró distinguir los movimientos católicos emergentes de Latinoamérica con el Comunismo de la Europa Oriental, del cual fue víctima.
Las Conferencias de Santo Domingo en 1992 y Aparecida en el 2007 fueron simplemente la continuación de la tesis que puso a lo clerical por encima de lo social. La Nueva Evangelización tuvo como una de sus banderas la redacción de una Biblia Latinoamericana, muy mejicana por cierto, mientras que el tema de la pobreza quedó a nivel del exhorto a los poderes políticos y económicos pero dejando de lado el compromiso de la calle, del barrio, del caserio, que era una línea de acción maestra de los hijos de Vaticano II.
Su Santidad Francisco movió en torbellinos la fe católica en Brasil. Se eleva aun mas como líder espiritual del mundo y Latinoamérica. Habló de pobreza, pidámosle a Dios que sobre esta materia tenga planes que satisfagan a todos.

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