De acuerdo a un artículo publicado en elmundo.es, a la hora de correr, ya sea por entrenamiento o simplemente por diversión, hay un par de elementos que son un «must» para disfrutar la experiencia al máximo.
Entre ellos resaltan aplicaciones para los teléfonos que ayudan a mantener un registro de las distancias recorridas y la velocidad; gadgets como el pulsómetro o recursos tan simples como la compañía de otro corredor para compartir el entrenamiento.
Cinco implementos para adueñarte del camino
El pulsometro: No cometas el error de pensar que todos los días se tiene que trabajar con la misma intensidad en el running. El corazón y el cuerpo también tienen sus lunes y sus viernes. Regularlos es la clave.
Es aquí donde interviene un reloj receptor y una correa transmisora -colocada a la altura del corazón con el chip sobre el esternón-, los dos elementos que forman una varita mágica llamada pulsómetro. Sin llegar a hacer un megaesfuerzo, permite mejorar de un modo progresivo y efectivo.
El pulsómetro se encarga de medir tus pulsaciones (la frecuencia cardíaca). Cuanto más rápido vayas más subirán. En reposo rondará las 65 pulsaciones por minuto, pero corriendo es diferente.
Dos personas pueden mantener el mismo ritmo pero no la misma frecuencia cardíaca. Todos tenemos un intervalo, un máximo y un mínimo que deben conocerse antes de programar las galopadas. Hay fórmulas rudimentarias para calcular cuál es nuestra frecuencia cardíaca máxima (por ejemplo, FCM= 220 – edad), pero no suelen estar muy fundamentadas. El mejor modo es sentirte más poderoso que un Boeing 747 y echar el sprint más potente y sobrehumano posible durante un kilómetro. Cuando el corazón te lata tan fuerte que parece que va a salir disparado, es el momento de mirar el reloj y ver qué numerito indica. ¿190,200, 210…? Una vez que tienes eso, toca vivir en el mundo de los porcentajes (consulta siempre a los profesionales médicos).
Para los días de trote suave y recuperación, basta con ir al 60% de esa FCM. Para los días de fondo y fortalecimiento (los más habituales) entre el 60 y el 75%. Y ya para para los días de más esfuerzo, fatiga y, realmente, los que incrementan el rendimiento, entre el 80 y 90%. Se trata de variar cada día de entrenamiento, (¡pero sólo haciendo un día a la semana el más exigente y descansando otro!). Y así, verás como irás mejorando sin sentirte tan fatigado. El proceso siempre debe medirse a largo plazo, pero si estás empezando enseguida alcanzas un buen nivel.
La parte negativa inherente a los pulsómetros es que son costosos.
Aplicaciones en tu celular: Existen diversas aplicaciones que puedes descargar para ayudarte a registrar y optimizar el recorrido de trote. Antes de arrancar se activa el GPS y la aplicación irá trazando en la pantalla el circuito que estás recorriendo a la vez que te marca, por ejemplo, el ritmo por kilómetro, el promedio y la distancia recorrida. Realizando el mismo circuito cada semana podrás ver como tus registros van prosperando. Encendiendo el sonido te avisará a cada kilómetro del ritmo que llevas, por lo que es la mejor manera para saber si has empezado a mucha intensidad y debes recular o si puedes resistir sin problemas.
Hay varios de ellos gratuitos como Endomondo, Runkeeper o Nike. Todos ellos difieren ligeramente los unos de los otros, pero a grandes rasgos los cálculos finales tienen un margen de error poco sustancial.
Para los más exigentes, hay versiones de pago como Endomondo Pro o Runtastic Pro, en los que se incluyen más características (programación de los entrenamientos, visualización de gráficos del rendimiento, posibilidad de recibir mensajes de ánimo de la gente instantáneamente…).
El brazalete: El bolsillo siempre acarrea riesgos para el dispositivo móvil. Lo más seguro es llevarlo en el brazo. Aunque en Venezuela esto dependerá de la seguridad del sitio donde corras. Entre las ventajas del brazalete es que te permite ver los resultados fácilmente. Si llevas auriculares conectados, procura que sean lo más largos posibles, porque de lo contrario el cuello se girará inevitablemente hacia ese lado y la movilidad en el brazo se merma, siendo incomodísimo correr y teniendo además una postura que puede generar lesiones.
La cinta: Por mucho que nos pese, la ley de gravedad también afecta a las gotas de sudor y por ende a los ojos. Si éstas alcanzan los ojos los irritarán, algo molesto que impide una visión nítida y, por extensión, un entrenamiento productivo. Una cinta para la cabeza es el mejor remedio para evitar estos problemas.
En el mismo tono, los lentes y la gorra pueden resultar opcionales según el clima.
La compañía: En cuanto al accesorio humano… Todo en su justa medida. Para los días de trote a ritmo constante siempre se agradece tener a alguien con quien conversar. Pero en las ocasiones de entrenamientos al máximo no se recomienda esperar a nadie (ni que te esperen), por lo que lo más aconsejable es ir solo.