Sin tregua – “Tengan fe …”

La responsabilidad de pensar consciente y orgánicamente los cambios de rumbo de una nación, es un atributo que corresponde a la gente de ideas, a los líderes y a los partidos políticos.
En Venezuela tenemos la ventaja de contar hoy con un conjunto de partidos que, agrupados en la MUD y al margen de la aritmética electoral, están respondiendo a la exigencia de estos tiempos al retornar a la comunicación directa con sus seguidores y simpatizantes. Los herederos del “Ausente Eterno” insistirán en cerrar espacios de comunicación a la Alternativa Democrática y esa desventaja hay que compensarla con otras formas alternativas de difusión  de sus puntos de vista y propuestas.
En efecto, ya las organizaciones democráticas y sus líderes están acudiendo intensamente a Internet y sus redes. Pero esa es una relación que resulta insuficiente si no logran estar directamente entre la gente de “carne y hueso”. Es cierto que la razón social de la política es también asunto de marca publicitaria pero, como se sabe, el régimen ha venido cerrando o restringiendo los medios que permitían sostenerla en el tiempo. Por eso se convierte en asunto de eficacia para las organizaciones de la Alternativa Democrática concentrarse en batir el barro y devolverse a la Venezuela profunda. Si ese giro se lleva a cabo, al “gobierno” le puede salir el tiro hegemónico comunicacional por la culata.
Los partidos – aunque a algunos les cause escozor – son las únicas organizaciones capaces de proporcionar el vínculo necesario entre las luchas inmediatas reivindicativas y los horizontes de futuro. Son el reservorio de consciencia que puede aclarar las perspectivas y mantener alto el optimismo aunque el panorama político luzca problematizado.
Es natural que haya gente que tenga prisa. Menos justificado es que alcancen atención quienes consideran que la lucha democrática es una especie de olimpíada boxística que hay que ganar instantáneamente. Pero el colmo de las irresponsabilidades es pretender sustituir la estrategia de formación democrática de una nueva mayoría por atajos como la “huelga general ya” o un más que reprobable golpe de Estado.
Hay un líder y un movimiento de resistencia social que exhiben la proeza de un crecimiento sostenido frente al Estado. El “empate” del 14A tiene dos mensajes: Ese Estado puede ser derrotado porque ha entrado en una fase de deterioro, como lo demuestra el desprendimiento significativo de centenares de miles de seguidores oficialistas que cambiaron de opción. El segundo es que la Alternativa Democrática  avanza cuando deja de ser percibida como una amenaza, se abre a una conformación plural y anula la polarización con la base del oficialismo.
La “Revolución” murió con Chávez. Los herederos no son lo mismo. En muy pocos meses han provocado serias dudas sobre su legitimidad, han mostrado su ineficacia para detener la corrupción, han acentuado los problemas económicos y están convirtiendo el proceso en una retrovolución. La cúpula roja no se está batiendo por unas ideas, sino por quién se va a quedar con la mayor parte del botín.
El norte del modelo que están imponiendo, con intimidación y Estado-dependiente, no es una sociedad más justa y productiva. Si aún alguien piensa que este poder mantiene algún aliento emancipador solo tiene que examinar el trato que ha tenido con los trabajadores, estudiantes y profesores de las Universidades autónomas. Sus objetivos están dirigidos a descabezar la representatividad de las organizaciones existentes y cerrar espacios de aprendizaje crítico y cultura de tolerancia.
El otrora gigante rojo no goza de buena salud, pero es un gigante. Se tambaleó en abril.