“Todo ángel es terrible”
Rainer María Rilke
Cada vez que voy a Coro, evoco tu sempiterna mirada. Te confieso que anoche dormí en el hotel aquél –donde un día me mostraste el rostro de Dios– (coincidencialmente) en la misma habitación.
Conseguí las calles iguales; el viejo color de las casas, tan parecidas a las de mi adorada Carora; éste olor a lluvia, a tierra mojada, hermanados amaneceres, que me remonta al Cerrito de La Cruz.
Fue extraño despertar, abrir la ventana y contemplar el despuntar del alba… sin ti. A los amigos, disimuladamente, pregunté: ¿Qué ha sido de aquélla angelita de cara mojosa?
Me contaron que te crecieron las alas. Si me vieras, no me reconocería. He envejecido. Tengo el alma y el cuerpo lleno de cicatrices, como testimonio que la vida no me ha sido fácil.
¿Te acuerdas del pañuelo que me obsequiaste en Los Médanos, con tus rojos besos estampados? Aún lo guardo conmigo, manchados de sudor… Doce años han pasado y todavía recuerdo cada uno de tus gestos. Éste olor a lluvia, a tierra mojada; éste amanecer soleado tan parecido a ti. Silencio. Mágico silencio. ¿Por qué, paloma fugaz, no fuiste capaz de comprenderme? Recorrí gran parte de la ciudad. Pasé frente al hospital y me senté en la plaza, bajo el frondoso árbol donde hace años, me contaste tus sueños y con tu cándida sonrisa me elevaste al cielo. Las mismas casas, construidas en adobes, con techos de tejas antiguas, asoleadas, calurosas, cálidas…Las mismas calles,avejentadas, decaídas, olvidadas por el tiempo…El mismo indescifrable, esotérico y hermético olor a lluvia, a tierra mojada. Me contaron que te crecieron las alas.