Cien días después de haberse puesto la banda presidencial, Nicolás Maduro ha afianzado su legitimidad, aún cuestionada por la dirigencia opositora, pero su liderazgo está siendo puesto a prueba por el grave deterioro económico que afecta cada vez más a los venezolanos.
«Maduro le ha ganado la batalla de la legitimidad a la oposición, ha alcanzado una legitimación interna y externa», explica a la AFP el politólogo John Magdaleno.
El autodenominado «primer presidente chavista» manifestó así su confianza en el futuro durante la conmemoración del 230º aniversario del nacimiento del libertador Simón Bolívar, el miércoles pasado:
«No son 100 días. Son 100 años que va a estar la revolución, 100 años de revolución bolivariana, chavista y socialista (…) Vamos a seguir 100 días más y 100 días más y todo el tiempo que Dios nos dé de vida trabajando por la patria», aseguró Maduro, un ex conductor de autobús y ex sindicalista de 50 años que creció políticamente a la sombra de Hugo Chávez y le sucedió a su muerte.
Quedaron atrás los días de marchas y contramarchas callejeras que siguieron a las elecciones, que según el gobierno se saldaron con una decena de muertos, y los corrosivos intercambios de insultos entre dirigentes chavistas y opositores, que tuvieron su punto más crítico en una batalla campal entre diputados de la Asamblea Nacional. Venezuela vive ahora un ambiente de cierta distensión.
«Ha bajado la intensidad de la confrontación, la frecuencia de las disputas verbales», señala Magdaleno.
El presidente tiene ahora el reto de «mantener la cohesión en el chavismo» y «ganar capacidad de influencia en la toma de decisiones», advierte.
Desde que llegó el poder, Maduro se ha reunido con representantes del sector empresarial, con dueños de medios de comunicación, con dirigentes sindicales y con la jerarquía ecliástica. Además, ha visitado varios países latinoamericanos y europeos, entre ellos El Vaticano. Y ha asumido la presidencia rotativa del Mercosur.
«Maduro se ha ido afianzando progresivamente, a base de efectismo y propaganda, pero le faltan pasos concretos», explica a la AFP el ecomista Máxim Ross, fundador del Centro de estudios de economía venezolana de la Universidad Monte Ávila.
En ese tiempo, Capriles, el joven líder opositor que en dos campañas electorales había devuelto la ilusión y la unidad a la oposición tras años de reveses frente a Chávez, ha insistido en su «cruzada por la verdad» dentro y fuera del país, con resultados mezclados. Fue recibido por los presidentes de Colombia y Chile, para indignación del gobierno, pero no así por los de México y Perú.
Y mientras espera a que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) se pronuncie sobre el recurso de impugnación presentado hace casi tres meses, el gobernador del estado de Miranda (norte) tiene el desafío de movilizar a su electorado a pesar de que sembró la duda sobre la honestidad de las autoridades electorales.
«Aunque el tema de la impugnación ya no tiene la misma relevancia, la duda sí se fijó. Alrededor de la mitad del país piensa que los resultados no fueron correctos», explica Magdaleno.
«Seguirá haciendo denuncia, probablemente acuda a instancias internacionales, pero no creo que esto tenga tal impacto como para volver ilegítmimo el gobierno de Maduro, que está calculando el ‘timing’ exacto para producir la sentencia del TSJ según le convenga para desmovilizar al electorado opositor», agrega.
El desafío del deterioro económico
Lo que sí puede poner en aprietos a Maduro es la delicada situación económica que azota el día a días de los venezolanos y que según expertos tiene su origen en el férreo control cambiario en vigor desde 2003 en un país netamente importador, altamente dependiente de los ingresos de sus exportaciones de petróleo.
Los engorrosos trámites y restricciones para conseguir dólares por los empresarios retrasan las importaciones, generando escasez de productos básicos como azúcar o harina y materias primas, lo cual a su vez presiona fuertemente la inflación.
El primer trimestre del año cerró con una inflación récord del 25%, superior al ajuste salarial, y la escasez de productos básicos está en los peores niveles de los últimos años.
«Hay deterioro de salarios, de empleo, va a haber inflación, va a seguir el problema de la escasez de alimentos. Los próximos meses son de deterioro económico que podría derivar en conflictividad social», explica el economista Ross.
En estos 100 días, el gobierno ha abierto un poco el grifo de dólares a través de subastas que los expertos juzgan insuficientes, ha tomado acciones contra la especulación en los precios y ha detenido a varios funcionarios por corrupción, pero al mismo tiempo ha seguido su política de endeudamiento y de expropiaciones.
Una encuesta de Datanálisis difundida esta semana revela que el 58% de los venezolanos considera negativa la situación económica y que un 52,2% de los chavistas encuestados opina que el gobierno debería trabajar con el sector privado para reactivar la economía.
Hace falta una «auténtica» política de crecimiento, con medidas apropiadas en el campo cambiario y monetario, en la política fiscal, y generar confianza que atraiga inversiones privadas, afirma Ross.
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