En defensa del vallenato

No soy colombiano, mi padre sí lo era; pero no es por eso que quiero referirme a lo expresado por el Sr. J.R. Saldivia G. en el Apartado de Lectores del diario EL IMPULSO del pasado domingo 28 de abril, bajo el título “El Maleficio del Vallenato”, en el cual llama a esta expresión musical del pueblo colombiano “socavador fundamental de la sociedad” y en el cual supone que lo que siente él lo sienten muchos y pretende hablar a nombre de “millones de venezolanos y/o extranjeros que convivimos en nuestra Venezuela”, que “no queremos que siga ocurriendo”.
En nuestro Colegio de Médicos funciona desde hace varios años el Club de Coleccionistas de Música Popular “Los Hermanos Gómez (“La Chochoteca”), creado para “la búsqueda, conservación y difusión”de la Música Popular. Allí, periódicamente presentamos un tema y cuando decidí presentar el tema “La Música Vallenata” (25/4/2008) creía que me iba a encontrar con una música “rockolera”, de botiquín.
Pero mi agradable sorpresa fue creciendo a medida que descubría sus raíces musicales en Valle de Upar: “sabanas, caminos y pueblos perdidos en la costa norte de Colombia” (Dagoberto Puello, Historia del Vallenato), cuando no existían la radio ni los periódicos y las noticias eran llevadas a lomo de burro por quien, acompañdo por su acordeón, las cantaba.
La música Vallenata, autóctona, interpretada en sus inicios con “cajón” (tambora) y “guacharaca’(charrasca), a la cual se incorporó el acordeón de origen alemán y que aprendieron a tocar “de oído”, comenzó a salir de esos pueblos perdidos del Valle entre los años 20 y 30.
Su expresión pública era la “parranda”, en la cual “se presta atención primordial al que toca y al que canta, están mal vistas las conversaciones y es imperdonable bailar; ningún asistente puede darle la espalda a otro (por eso se sentaban en círculo), se bebe, pero no es obligatorio hacerlo”. (Hasta donde hemos visto, ¿hay algo capaz de “socavar la sociedad”?) Continuó mi sorpresa al enterarme que la Sinfónica de Bogotá grabó Ensueño Vallenato, donde se recoge una cita del expresidente Dr. Lopez Michelsen: “Como pueden apreciar, el vallenato es una música eminentemente popular, que con el tiempo fue adquiriendo categoría intelectual y literaria. Fenómeno en la música colombiana: la combinación del hombre culto con capacidad de interpretar lo popular y lo folclórico”. En ese LP la Sinfónica incluyó La Gota Fría, de Emiliano Zuleta (1929), que el cantante Carlos Vives internacionalizó. En el entierro de Zuleta, a los 93 años, el para entonces Presidente Alvaro Uribe expresó: “…leyenda viva, un juglar cuya vida y obra se confunden con los momentos fundacionales del pueblo vallenato”. También la Sinfónica de Paris incluyó en su repertorio La Gota Fría, de la que el Premio Nobel de Literatura 1982 Gabriel García Marquez dijo que era “la mejor historia cantada”. Se darían todos estos reconocimientos a una música “destructiva”?
No cuadra pues, esta historia real de homenajes y reconocimientos a la Música Vallenata a nivel   nacional e internacional y por el público (aquí sí podemos hablar de millones) con el concepto de que está “llena de antivalores dañinos hasta lo más profundo del ser humano”, que pretende encontrar el Sr. Saldivia en ella y que que extrañamente no hayan sido encontrados por quienes se han manifestado públicamente a su favor.
Así pues, la música vallenata es para alegrarnos o ponernos románticos: podemos escoger entre un “ paseo”, un “son”o un ”merengue”. Así pues, Sr. Saldivia G., puede estar tranquilo, que todo lo negativo que Ud. cree encontrar en ella, no es compartido por una mayoría que disfruta (disfrutamos) con ella, en este país y fuera de él.