No hay que hacerse el loco. El sueco. El sorprendido. La oposición compró a crédito una contundente derrota. La compró fiada y ha ido pagando a lo largo de los años cada una de las onerosas cuotas.
La vida nos la ha cobrado con intereses de usura, implacable como suele ser la historia. Primero fue un Golpe de Estado fallido, más bien una comedia bufa de golpe de Estado donde a los militares se les caía la gorra, la cachucha, a cada rato y muchos de ellos alejados por largo tiempo de los cuarteles se ponían la visera militar al revés, parecido a esos raperos que usan las gorras de baseball de medio lado.
Otros simplemente no cabían en las entradas de los tanques, los depósitos de armas o los comedores donde algunos de ellos enloquecidos por la inmediatez del poder y la factura petrolera empezaron temprano a enfriar el champagne y cocinar las parrillas. En Miraflores se dieron cita todos aquellos que utilizando como bandera, como máscara más bien, su rechazo a Chávez, agarraron la Constitución y la vulneraron.
Recuerdo cómo aplaudían a rabiar cuando el desgarbado anfitrión y maestro de ceremonias leía uno tras otro los decretos aboliendo leyes, borrando la Constitución de un plumazo, eliminando y destituyendo alcaldes y gobernadores, disolviendo la Asamblea Nacional. Ese es un costo gigantesco que como dije anteriormente hemos ido pagando cuota a cuota con intereses criminales y cuyo último pago parece ser el acatamiento a la última proclamación del CNE.
Me refiero al reconocimiento de Maduro Moros como Presidente Constitucional. Ya es una realidad mundial que Maduro es reconocido como presidente. Si bien es cierto que Santos y Piñera recibieron a Capriles, también es cierto que ambos mandatarios reconocen a Nicolás como premier de Venezuela.
Así que seguir refunfuñando, rumiando, que Maduro no es el presidente sino Henrique Capriles Radonski nos llevará sin lugar a dudas a un aislamiento mundial, a convertirnos en unos peregrinos de las causas perdidas, a unos locos ambulantes que andan de un sitio a otro pidiendo lo imposible, y lo que es peor, dejando escapar oportunidades de oro para la recuperación de la democracia y el triunfo de la verdad.
Yo creo que hay un camino, más bien expedito, para el cual estamos mucho mejor preparados que la vez anterior, es decir que el 14 de abril donde la verdad procesal, es decir, la verdad que existe en los Poderes Públicos: en el CNE, el TSJ y en la Asamblea Nacional, Maduro como presidente, no se compadece con la verdad verdadera. Pero insistir en desconocer el Estado de Derecho, dado que hay unas sentencias que no compartimos y alzarnos en contra las leyes proclamando por nuestro lado que Henrique es el Presidente significaría apartarnos de todo el sistema internacional, de la ONU, la OEA y de la infinidad de países, personalidades y organismos multilaterales que reconocen a Maduro Moros como mandatario venezolano.
La locura de la oposición, la deuda de los errores, llegó a un nuevo clímax, en las elecciones parlamentarias de 2005: decidieron abstenerse y dejarle todo el Poder Público al PSUV, que ni coroto ni perezoso nombró al Fiscal, al Contralor, al Tribunal Supremo de Justicia, a la Asamblea Nacional, a la Defensora y de paso al CNE.
Pues, amigos todos, es ese mismo CNE que proclamó a Maduro, es ese mismo TSJ que obedece ciegamente a los rojos rojitos. Así que las decisiones últimas referidas a las elecciones del 14 de abril fueron sentenciadas por distintos órganos del Estado donde reina aun el PSUV por culpa de la oposición y con toda seguridad es la última cuota que estamos pagando por los errores pasados.
Ya no más cuotas atrasadas. Ya no más intereses. Ya no más facturas atrasadas. Ahora nos toca a nosotros manejar la caja registradora y empezar a emitir facturas de cobro inmediato sin aviso y sin protesto. En nombre de un grupo amplio y diverso de venezolanos proponemos zanjar de una vez la elección de Maduro. Acatar la decisión del CNE y las sentencias del TSJ. Acatarla bajo protesta. Denunciarla como inconstitucional pero movernos a un nuevo plano. Proponemos que utilicemos todos los esfuerzos para ganar las principales 100 alcaldías del país con más del 75% de la población. Llamar a nuestros 7.5 millones de electores a darles una paliza en diciembre, en las elecciones de alcaldes y concejales. Ellos no pasaran de 5 millones en ningún caso, así demostraremos que somos mayoría y que efectivamente ganamos las elecciones presidenciales. Luego de esas victorias llamar a un referéndum revocatorio de 35 diputados rojos que perdieron su mayoría y llevar a la oposición de 68 a 100 diputados. Una vez alcanzado este objetivo llamar un ReferéndumRevocatorio del Fiscal, el Contralor, la Defensora y los 31 Magistrados del TSJ. Para finalmente llegar a un Referéndum Revocatorio del Presidente. Este es el camino de aquí a mediados del 2016. Hay un camino a la victoria que reclama actividad, desprendimiento, sacrificios y lucha. Vamos todos a andar ese camino.
Hay un camino, siempre hay un camino
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