Los últimos anuncios hechos en materia cambiaria apuntan sin duda a flexibilizar el mercado cambiario, cuya rigidez parece haberle demostrado (finalmente) al gobierno que es una de las causas fundamentales de la inflación imperante en el país, además de la marcada escasez.
Sin embargo, se sigue tratando de corregir un problema de fondo con medidas parciales que solo atacan los efectos, dejando de lado las causas, como son aumentar la capacidad productiva nacional, promover la inversión privada nacional e internacional, entre otras.
¿Por qué no ir a las causas fundamentales? Porque a nivel discursivo “la revolución” no puede abrirse al capital privado (nacional), porque reconocer que el modelo económico ha fracasado es negar al líder del proceso, y porque probablemente en la mayoría de quienes conducen el gobierno no hay ni la formación ni las ganas para desarrollar un modelo alternativo.
Lo interesante es que todo esto es simplemente discursivo, pues si algo tienen las medidas de flexibilización del mercado cambiario es que a quienes menos benefician es a los más pobres.
Lo anterior es fácil de imaginar cuando se piensa en los requisitos que se deben cumplir para acceder a las subastas. Esto sin contar que, según la Sudeban, para finales de 2012 el nivel de bancarización (hombres y mujeres mayores de 18 años, quienes en promedio poseen entre 2 y 3 instrumentos de captación) se ubicó entre 54% y 66%, esto es que al menos cuatro de cada diez personas no tiene acceso al sistema financiero, y como es de esperar es probable que la mayoría de estas personas sin acceso pertenezcan a los estratos socioeconómicos más bajos. Superada esta barrera, luego vienen temas como tener algunos conocimientos financieros, para entender por ejemplo qué es un bono; luego, tener los contactos dentro de las instituciones correspondientes para tener alguna “preferencia”. Y finalmente, si se logra el objetivo, tener una cuenta bancaria o familiar afuera para poder hacer la transferencia.
Como es de suponer, solo muy pocos tienen acceso real a este mecanismo. Lo peor es cuando se compara este “mecanismo” con la manera cómo funciona en otros países: usted toma su dinero en moneda local, se dirige a cualquier casa de cambio y, presentando su documento de identidad, listo, tiene dólares.