La muerte de mi prima por la enfermedad de H1N1 me ha llevado a pensar en las explicaciones que las personas le dan a algunos acontecimientos trágicos de la vidad como la enfermedad, la muerte o las injusticias.
Explicaciones que no tienen que ver con la realidad si no con lo que se conoce como prejuicio cognitivo, que vendría siendo una alteración de la mente humana que lleva a una distorsión o interpretación ilógica de la realidad, como el que se refiere al que considera al mundo un lugar justo, por lo tanto las personas reciben lo que se merecen. Para el que así piensa las victimas violadas han debido comportarse de manera seductora o las personas enfermas han causado su enfermedad o los pobres son culpables de su pobreza o la tiranía que tenga una nación se la merece su pueblo entre otras cosas irreales.
Es muy importante erradicar esa manera de pensar ya que fácilmente se podría aceptar cualquier monstruosidad como algo justo, como lo que cuenta la revista Historias y Vida en su número 473 en un artículo escrito por Julian Elliot titulado “Gulag la prisión soviética”. Dicha obra cuenta que una mujer duro 23 años en un Gulag (campo de concentración soviético) cerca del polo norte y más nunca pudo ver a sus hijos, tan solo porque robó un kilo y medio de centeno del campo que cultivaba a diario, que había sido suyo antes de la colectivización agraria y lo hizo en medio de una hambruna para mantener a su familia.
Para el que padezca del fenómeno del mundo justo de seguro pensará que como vivimos donde las personas reciben lo que se merecen esa inequidad tenía que pasar ya que ella, por algo que es difícil de explicar, se lo merecía. Personalmente me niego a creer que la mayoría de cosas que les suceden a las personas o países como una enfermedad fulminante es porque es el pago por algo, como lo que algunos religiosos creen que se conoce como maldiciones generacionales.
Es importante tener en cuenta que el mundo no es justo que gente muy buena le pueden pasar cosas horribles sin que haya hecho nada para merecerlo y que gente malvada puede vivir sin que le suceda ninguna calamidad y que las tiranías no la merece ningún pueblo. No me queda más que decir que tratemos de erradicar los prejuicios cognitivos de nuestra manera de pensar y evitaremos ser presas fáciles de ideas religiosas y políticas alejadas de la realidad.