Muchos montajes ya como actriz, productora, bailarina y directora han pasado desde que Valentina Cabrera debutó en las tablas el 7 de marzo de 1994, siendo niña en «Y San Jorge venció al dragón», puesta organizada por el ya desaparecido departamento de Folklore y Teatro de la Gobernación del Distrito Federal.
Hoy por hoy, se está moviendo por todo el país con «Las Lolas: tres monólogos», de los cubanos Nicolás Dorr y Tito Junco, en donde actúa y dirige. Primero, porque tratan el tema de la violencia contra la mujer; y segundo, los presenta en espacios no convencionales como estacionamientos, calles, canchas deportivas o plazas. Se ha presentado en Carapita, Catia y otros barrios y parroquias caraqueñas, aparte de otras ciudades del país.
Las piezas no solamente se centran en la violencia de la pareja física y verbal, sino en la de la propia familia. Dos músicos la acompañan en este trajinar emocional: «La respuesta en las comunidades en la que se ha presentado ha sido positiva. Esta concebida para presentarse en espacios no convencionales. Y es un bonito reto ese contacto directo con la gente en su zonas».
– Actuar y dirigir ¿no se le hace complicado?
– ¡Sí, completamente! Realmente dirijo este trabajo porque la dinámica lo generó en el proceso. “Las Lolas” forma parte de un trabajo de investigación que llevó unos años realizando sobre la contextualización e intervención de los espacios comunitarios. Esto provocó que tomara las riendas del proyecto a nivel estético.
Disfruto mucho dirigir, pero es un camino que estoy explorando con respeto y riesgo a la vez.
-¿Considera que la violencia de género es un mal que apenas es tocado actualmente?
-¡Completamente! y es un problema donde todos tenemos corresponsabilidad. Nuestro trabajo en las comunidades nos ha permitido ver, palpar, oler y escuchar, el grito de la violencia en todas sus maneras. Parece que mutara. Llega un momento que nos acostumbramos a la violencia. También pasa que es tan común que a veces ni la percibimos, o la percibimos pero la dejamos estar. Sólo a través de este gran espejo que es el teatro, por lo menos para mí, porque creo y tengo fe en mi oficio, podremos sensibilizar y tocar las fibras más internas para generar cambios. Viéndolo también desde el trabajo que realizo, que es el teatro de intervención, teatro a domicilio, donde respiras con el espectador y este se convierte en protagonista de lo que acontece.
-¿Ha vivido esa nefasta experiencia?
-Claro. ¿Quién no la ha vivido? por eso hago este trabajo. Si logro que alguien diga ¡Basta! y tome el teléfono al llegar a su casa para denunciar, o simplemente le cuente a un amigo lo que vive para pedir ayuda, si logro que alguien reflexione sobre sus actos, puedo decir, misión cumplida.
-¿Por qué escogió estos textos cubanos?
– Llegué a esos textos en la universidad, y me atraparon. No conocía la dramaturgia cubana, interesante por cierto, que a pesar de ser cubana no deja de ser cercana a la realidad de muchas mujeres en Latinoamérica.
Quiero llevar este trabajo a las comunidades de todo el país. ¡Me encantaría! Aprovecho la ocasión para expresar nuestra disposición de llevar nuestro trabajo a todas las comunidades organizadas. Para contactos: [email protected] / [email protected]
Esta mujer debe dormir poco, porque además es instructora de fitness y profesora de danzas folclóricas y afroamericanas. De paso, fue deportista a nivel nacional, siendo practicante de la lucha y el fitness. En pocas palabras, más de uno puede rodar si se porta mal con esta dama.