Mientras hacía gestiones en la morgue para la entrega del cadáver y poder darle sepultura, la señora Angélica María Rodríguez, negó que su hijo Pedro Javier Rodríguez, anduviese en malos pasos.
De esta manera quiso desmentir las informaciones aparecidas en los medios de comunicación sobre el trágico fallecimiento de su descendiente.
Comentó que su hijo estaba desaparecido desde el pasado 23 de mayo cuando salió a realizar unas diligencias de su hermana, con quien vivía en Cerritos Blancos, en la calle 12 con carrera 1.
Desde ese día no sabían de su paradero hasta este sábado cuando un obrero consiguió el cuerpo de un hombre de 42 años en estado de descomposición, en un tramo que atraviesa la Quebrada La Ruezga, detrás del hotel Aranval, cerca del vertedero de Pavia. Su madre e hija Enny Rodríguez, comentaron que Pedro Javier actualmente estaba desempleado pero laboró hasta hace ocho meses como vigilante privado.
«Era una persona que no tenía enemigos y no le debía nada a nadie, más bien a él le tenían un dinero producto de su trabajo como ayudante de ventas», dijo la señora entristecida y afectada por la inesperada partida de su hijo.
Aseguró que los vecinos del barrio La Paz, donde se crió y vive gran parte de la familia, pueden dar fe de lo tranquilo, servicial y buena persona que era el fallecido, quien no tomaba ni fumaba. Detalló que desde hace más de un año Pedro Javier tuvo un percance cuando un caballo le dio una patada en la cabeza y desde entonces perdía la noción del tiempo y no recordaba muchas cosas. La familia Rodríguez no espera mucho de las autoridades judiciales ni policiales en cuanto a las investigaciones de cómo y por qué asesinaron al ex vigilante. «Creemos que será Dios el que haga justicia en este terrible caso».
Fotos: Elías Rodríguez