Heroicidad Criminal

No existe manual socialista alguno donde la criminalidad pueda emerger como elemento esencial de un proceso de trasformación de una Nación y solo en primigenios momentode la historia de la humanidad las hordas se impregnaban de necesidades materiales sin base doctrinaria que no fuera la racista para violar, robar o/y asesinar al adversario.
Sin embargo con gran sorpresa hemos observado en el siglo XXI cómo el militarismo sin un objetivo racional cierto alaba y estimula la delincuencia como arma sicológica para reprimir, destruir, perseguir y atemorizar a la clase trabajadora, tratando de llevar a toda la población a la necesidad de clamar desesperada para recibir protección de las fuerzas armadas en su miedo por ser acabada por el hampa a la cual el propio jefe llama buenandros en contraposición al término malandro.
Fue un descaro lo ocurrido con los presos de La Planta cuando solo faltó condecorarlos y darles un bono vacacional para premiar su posición no contra los capitalistas sino a las leyes elaboradas por la revolución o por lo menos vigentes en estos momentos. Tratar de construir una sociedad (nueva) alabando la conducta de una elite delictiva surgida como Nueva Clase conocida como los pranes son más allá de cualquier consideración racional sobre la necesaria rigidez del Estado para contra quienes atentan contra la ciudadanía un absurdo.
Es muy cierto que los corruptos conforman un sector elitesco dentro de la burocracia pero eso es parte de un paquete criminal mantenido desde el propio gobierno y si es parte del individualismo, la competencia y el mercado no se conoce país alguno donde la impunidad de sus acciones se haya convertido en revolución socialista real. Atribuir toda a la historia y sus consecuencias es una simpleza con ribetes infantiles a la hora de establecer justicia por que el Estado debe proteger al ciudadano como esencia de su existencia. Se entiende que todo este “parapeto” trata de subvertir el orden burgués establecido y consecuentemente crear un Estado “revolucionario” donde lo único sustentable sea apoyar el proceso en un ordenado desorden aprovechándose para ellos de los abundantes ingresos petroleros para sostener semejante locura en el siglo XXI.
Poco a poco se establece un Estado malandro para hacer un mundo nuevo cuyas características despiertan el asombro de cualquier ser racional. El último eslabón de esta cadena es inverosímil cuando se trata por Decreto de indemnizar a las víctimas del hampa con el objeto de buscar votos por una parte a la vez que para darle un toque humanitario a los criminales y eliminar el odio de las víctimas hacia ellos. Esto ya escapa a cualquier calificación política tradicional y serán los sociólogos los encargados de definir: ¿Qué es esto?