El papa Francisco denunció el lunes la “globalización de la indiferencia” que recibe a los migrantes que arriesgan sus vidas tratando de alcanzar una vida mejor en Europa. En una visita a los confines de Italia llamó la atención sobre su suerte y lamentó la pérdida de quienes perecieron en el intento.
La pequeña isla siciliana de Lampedusa -de nueve kilómetros de largo- está más cerca de África que de Italia continental y es el principal puerto de entrada para los migrantes africanos que llegan clandestinamente por mar desde Libia o Túnez.
Francisco decidió la semana pasada que Lampedusa sería el destino de su primer viaje pastoral fuera de Roma, conmovido por un intento particularmente mortífero en el que una decena de migrantes perdieron la vida. Pese a que tomó la decisión imprevistamente, la isla se preparó adecuadamente al improvisar un estrado con madera de naufragios de embarcaciones de los migrantes.
El pontífice recibió a los africanos recién llegados y durante una misa al aire libre en la cancha de fútbol de la isla agradeció a los residentes por haber recibido a tantos migrantes a lo largo de los años.
Sin embargo, el motivo principal de la visita, aclaró, fue conmemorar a quienes murieron tratando de conseguir una vida mejor para ellos y sus familias.