En los supermercados y abastos del oeste de la ciudad, persisten largas colas para comprar alimentos de la canasta básica, los cuales siguen siendo escasos y, en consecuencia, racionados.
En este sentido, un recorrido por la avenida Libertador, permitió ayer a un equipo de EL IMPULSO observar cómo un importante número de personas esperaba, desde tempranas horas, a las afueras de un supermercado popular ubicado en el centro comercial Babilon.
La mayoría de los presentes eran madres y padres de familia, aunque también se podía apreciar la presencia de adultos mayores, a pesar de que debían estar de pie, en ocasiones, bajo el inclemente sol.
Un equipo de al menos siete reservistas voluntarios de la Fuerza Armada Bolivariana, se encargaban de repartir números a las personas que estaban en la cola. Algunas ya llevaban horas ahí.
Uno de los voluntarios castrenses señaló que el personal del centro comercial no permitía que la gente se formara dentro de la reja, por lo cual se veía obligada a llevar sol en la parte posterior hasta poder ingresar al supermercado.
Conversando con varios de los próximos compradores, fue posible percibir que ya aceptan como algo inevitable y un elemento más de la cotidianeidad de sus vidas, tener que hacer cola para adquirir alimentos de la canasta básica como leche, harina, pollo, carne y mantequilla, al igual que otros productos de primera necesidad, entre ellos el papel higiénico.
Cada cierto tiempo era posible ver a los reservistas permitir a un grupo de entre siete y diez personas, pasar al establecimiento con sus correspondientes números en mano, quienes podían tomar sólo la cantidad de cada producto estipulada por la regulación, la cual se aseguraban de hacer cumplir con celo los voluntarios en uniforme verde oliva.
“De carne, sólo dos porciones. De pollo, son dos también por persona. Y de harina, un máximo de cinco pacas es lo que permiten”, se oía decir a la gente que resignada se formaba y esperaba, al no contar con una mejor opción para abastecerse de alimentos tan básicos, cuya creciente escasez parece acostumbrarlos a una situación de continuo racionamiento.
Algunas de las personas también expresaban que en todos los establecimientos hay que hacer cola para comprar ciertos alimentos, mientras otros afirmaban sentirse cómodos con el límite impuesto sobre la cantidad de cada producto que puede adquirir un jefe de familia, así tenga dos o seis hijos en casa.
También fue posible notar que muchas personas vienen a abastecerse de alimentos escasos en Barquisimeto, pues en sus poblaciones de origen la desaparición de los productos de primera necesidad es mucho mayor que en la capital larense, por lo cual prefieren venir hasta acá, incluso si tienen que formarse en una larga cola y conformarse con el desabastecimiento, el cual parace haberse convertido en una tendencia sin retorno.