La pista era pequeña para la rumba bailable que se armó en el Centro de Convenciones del Hotel Eurobuilding de Caracas, donde en un mismo escenario se subieron emblemáticas orquestas que han marcado la historia musical en Venezuela.
A las 8:00 de la noche comenzó la fiesta. Abrió el espectáculo la Orquesta Mango, que le imprimió la dosis perfecta para prender los motores en el gran salón.
Durante una hora le dieron la bienvenida a los asistentes. Luego le tocó el turno a la tarima Los Melódicos, quienes llegaron bajo la batuta de Iliana Capriles, hija del maestro Renato Capriles, quienes pusieron a bailar a los invitados con temas como: Apágame la vela, Mi vocha pechocha, Diávolo, Fernanda, ¡Qué rico!, entre otros.
Con su tren delantero, tres hombres y una mujer, pusieron a sonar su ritmo en todo el recinto; con esas partituras que los ha caracterizado desde 1958, cuando nacieron de la mano de Renato Capriles. Su sonido sin igual contagió la velada.
Puro baile
Siguió en el escenario La Billo’s Caracas Boys, que trajo el paso doble a la palestra, más sus guarachas, boleros y merengues. Nadie se pudo resistir a su genuina música. Sin importar las edades, las parejas se levantaron a bailar clásicos de ayer y hoy, canciones que no pueden faltar en las reuniones familiares venezolanas.
La pista estaba full, por eso cualquier espacio vacío era bueno para bailar. Todo el mundo se levantó de sus sillas al ritmo de A gozar muchachos, Nuevo circo, Sigan bailando, Que tontería, entre otro temas. La alegría reinaba en el salón, donde no había ni un espacio libre para caminar durante una hora.
Se despidieron, y mientras llegaba el sonero de la noche, la discoteca New York New York amenizó la fiesta. Unos minutos después de las 12 de la noche llegó al escenario, acompañado de toda su orquesta, Oscar D’León, quien cantó durante dos horas.
Comenzó su repertorio con el tema Llorarás, siguió con temas como: Detalles, Mazucamba – con la que extrañó a su hija que ya no lo acompaña – Frenesí y Oye cómo va. Con su entusiasmo e histrionismo, el público prefirió acercarse a la tarima para observarlo.
Las cámaras y celulares se activaron para no descansar por un buen rato; luego de una hora decidieron continuar con la pachanga. En un momento el artista detuvo el espectáculo por una pelea entre dos caballeros, esperó hasta que se solventara la situación para continuar con su show, y pidió no dañar el buen momento que estaban pasando.
No desperdició el momento para aclamar a su equipo de béisbol, los Leones del Caracas, y para felicitar con orgullo al venezolano Johan Santana, quien se convirtió en el primer pitcher en la historia de los Mets de New York que ha lanzó un juego sin hits ni carreras. Se despidió pasada las dos de la mañana.
Fotografía: Archivo