La estruendosa ovación que generó su disparo en el hoyo 16 del torneo Memorial el domingo silenció a quienes pensaban que Tiger Woods nunca volvería a ser el de antes.
Con un sutil movimiento de su muñeca Woods le recordó a todos quién era y lo que era capaz de hacer.
Woods embocó un tiro imposible desde unos 15 metros, en posición incómoda, con la pelota escondida por un césped crecido. La pelota se elevó, pareció que se sostenía en el aire por un momento, cayó y siguió su curso, hasta terminar adentro.
Poco después, en el 18, acertó otro disparo espectacular desde tres metros, sobre una superficie traicionera, y se aseguró su quinta victoria en el Memorial.
¿Está de vuelta Woods?
«Gané», responde el golfista. «Estoy seguro que el martes ya estarán diciendo que me retiré y cuando arranque el US Open (en San Francisco, dentro de 11 días) estarán diciendo otras cosas. Decidan ustedes».
La victoria dejó a Woods empatado con Jack Nicklaus en el segundo lugar de la tabla de jugadores que más torneos han ganado en el circuito estadounidense, con 73. Sólo los supera Sam Snead, que tiene 82.
Woods dijo que era algo «muy especial» empatar la marca de Nicklaus en un torneo que él fundó.
«Tenía que hacerlo justo aquí…», bromeó Nicklaus, que fue quien le entregó el trofeo.
«La última vez que ganó aquí fue hace tres años. No estaba jugando bien y de repente estuvo arrollador. Hoy hizo lo mismo», agregó.
Woods no ha sido el mismo desde su divorcio tras el escándalo generado por la revelación de que tenía varias amantes. Pero ese tiro en el 16 y los nervios de acero, acompañados de birdies, que exhibió en la recta final son un claro indicio de que todavía es un jugador capaz de hacer cosas grandes.