El alcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad, rechazó este miércoles una rebaja de precios del transporte público, cuya alza desató una ola de protestas en Brasil, pero dijo que una posible solución es la aprobación en el Congreso de un proyecto que reduce impuestos al sector.
En rueda de prensa en el edificio de la alcaldía, Haddad señaló que elevar las tarifas del transporte es una «decisión difícil» que la ciudadanía debe entender, porque de lo contrario el gobierno local debería subsidiar ese sector en detrimento de otros.
«Sería dañino porque significaría que habría que hacer recortes en otras áreas, significaría prejuicios para otras áreas. Ya lo dejé claro más de una vez», afirmó Haddad.
Si el gobierno de Sao Paulo no eleva los precios del transporte debería subsidiar el sector con 2.700 millones de reales (unos 1.350 millones de dólares al cambio actual) hasta 2016, añadió.
«No se pueden tomar decisiones populistas», insistió.
La reciente alza de 7% en el transporte público (de 1,5 a 1,6 dólares en Sao Paulo) desencadenó una ola de masivas movilizaciones en Brasil, que han derivado en reclamos por mejores servicios, por una salud y educación pública de calidad y han cargado contra los millonarios gastos del gobierno en la organización de la Copa Confederaciones, que se juega estos días, y el Mundial de fútbol dentro de un año.
Haddad dijo sin embargo que la eventual aprobación de un proyecto de ley que lleva años en el Congreso podría derivar en una rebaja de las tarifas.
Según el alcalde, ese proyecto implica el pago de menores impuestos al diésel, lo que derivaría en una reducción cercana a 7% en el pasaje de autobuses. El proyecto de ley no es iniciativa del Ejecutivo brasileño, por lo que la presidenta Dilma Rousseff pidió informes al ministerio de Hacienda para estudiarlo, dijo Haddad.
El alcalde se reunió el martes con la mandataria y con el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), a quienes informó sobre las movilizaciones y los proyectos para mejorar el transporte en la metrópoli de Sao Paulo, de 20 millones de habitantes y con un tráfico caótico.
«Estamos trabajando para buscar una solución», aseguró el alcalde, del oficialista Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), igual que la presidenta.
La noche del martes, manifestantes que se apartaron de una marcha pacífica que convocó a 50.000 personas destruyeron oficinas, saquearon tiendas y quemaron una camioneta de una televisora local frente a la alcaldía de Sao Paulo, así como un quiosco policial.
La policía de élite los dispersó.
Más de 60 personas fueron detenidas, dijo el alcalde.