La pérdida de un amigo siempre resulta irreparable y más cuando se trata de una persona con características únicas como el ingeniero Carlos Guillén, quien durante más de 25 años prestó sus servicios a esta casa editorial.
Su partida fue inesperada y dejó un gran dolor entre sus compañeros y amigos, por ello al cumplirse un mes de su desaparición física su recuerdo unió a los trabajadores y su familia en una misa oficiada por el padre Jesús María Hernández, párroco de la iglesia Espíritu Santo, realizada en la Sala Alternativa de la Fundación Juan Carmona.
Guillén fue llamado al encuentro del Señor, pero nos dejó su alegría, entusiasmo y humanismo como un ejemplo a seguir. “Como ‘Toto’ debemos ser alegres y transmitir esa alegría a los demás”, enfatizó el sacerdote en su homilía, en la que también invitó a perdonar.
“¿De qué nos sirve perder tiempo en el rencor? Ese es un tiempo en el que dejamos de amar a los demás”, resaltó el padre.
En las peticiones de los fieles se abogó por el Papa Francisco y por nuestro obispo Antonio López Castillo.
También “por nuestro hermano Carlos Antonio Guillén, quien se caracterizó por ser una buena persona y excelente profesional, para que el Señor le conceda el descanso eterno, lleno de la mayor alegría espiritual”, al igual que por su esposa, hijos, hermanos, sobrinos y demás familiares, “para que el Señor con su infinito amor los colme de bendiciones y nuestra madre, la santísima Virgen, interceda siempre por cada uno de ellos”.
Mientras transcurría la eucaristía, se proyectaron imágenes en vida del querido ingeniero, quien entre sus logros académicos alcanzó títulos universitarios en las áreas de administración y periodismo. Aunque para sus compañeros, su título más importante fue el de “buena gente”.
Entre las imágenes se observaron frases vinculadas con su personalidad: “Fue un ser humano excepcional”, “Un sabio sencillo que supo compartir sus conocimientos”, “un amigo fraterno” y “sus ocurrencias permanecerán por siempre en el anecdotario infinito del periódico”.
“El niño grande se fue al cielo”, pero su legado permanecerá.
Por ser el día de San Antonio, en la misa se bendijeron los panes que luego fueron repartidos entre los empleados.