Reflexión
Les cuento. Un sábado por la mañana, cuando celebrábamos en la iglesia lo que llamamos el Culto Divino o Segundo Servicio. O el Sermón principal. El cual se presenta aproximadamente a las 11 am. Cuando toda la feligresía está reverentemente sentada en sus asientos, ávidos del alimento espiritual. En medio de la disertación y faltando buena parte para que el predicador culminara, sucedió algo poco común. Una hermana intempestivamente se levantó de su asiento y sin decir palabra se retiró del salón, ante la mirada impávida de la congregación. El lenguaje corporal indicaba que estaba furiosa y eso nos preocupó a todos. Especialmente, a los líderes que nos encontrábamos allí.
Al terminar el servicio, decidimos hacerle una visita en su casa, como deber ser. Nos recibió amablemente. Y al preguntarle la razón por la cual había abandonado el salón de esa manera, contestó “Es que ese catirito que estaba hablando me la dedicó a mí”. En medio de la sorpresa que teníamos, tratamos de explicarle ampliamente, que de ninguna manera el predicador se refería a ella. Que así es la palabra de Dios. La cual puede, por la obra del Espíritu Santo, tocarnos de manera directa. Lo cual debería servirnos en nuestra vida espiritual, para rectificar algo que no estamos haciendo bien. Y nos retiramos. La verdad no sabemos si quedó convencida.
Lo cierto del caso es que eso sucede con mucha frecuencia. Y nuestros artículos de opinión no han sido la excepción. Cuando presentamos un tema, una opinión, el cual refleja una realidad, que forma parte de las características del comportamiento humano. Y lo sustentamos, por supuesto, con las Sagradas Escrituras y la Palabra inspirada. Necesariamente encontrará eco en la mente y el pensamiento de alguien. No es que se la “dediquemos” a tal o cual individuo, como creyó la hermana de la historia o a algún lector en específico. Es que el mismo Espíritu Santo le habla a la conciencia y lo impele a mirarse así mismo. Y esto no es obra de quien expone, sino del mismo Espíritu Santo que interviene con amor, para edificar. !Y eso es bueno!
Cuando Jesús anunció su muerte y los discípulos reflejaban el temor natural de ello, les habló de manera clara y contundente. “Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros;… Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio”. Juan 16: 7, 8. Y la Palabra inspirada lo complementa de manera inequívoca. “Por medio de la poderosa acción del Espíritu Santo el gobierno de Satanás será sometido y subyugado. Es el Espíritu Santo quien convence de pecado y lo destierra del alma con el consentimiento del ser humano.” Libro Dios nos cuida. Elena de White. Pero es fundamental que exista el consentimiento del ser humano, del cristiano que lleva la carga encima, para que obre en su bien el Consolador. “¿Quién sino el Espíritu Santo presenta delante de la mente la norma moral de justicia y convence de pecado, y produce el dolor piadoso que obra arrepentimiento…?” Mensajes Selectos. Tomo 3. E. de W.
Pero, el pecador, que somos todos, si no experimenta ese “dolor piadoso” y consiente que lleva un pecado acariciado. Si se auto convence que lo que hace no está mal. Si concluye, que él está muy bien, dando rienda suelta a su autosuficiencia y poniendo su yo en primer lugar, a pesar de que lo que oye y lee. Que seguro, es la voz amonestadora de Dios. Si se empeña en resistir persistentemente las insinuaciones del Espíritu Santo, pues neutraliza su acción y Dios lo abandona a su suerte. !Y eso es terrible!. Comete el pecado imperdonable.»Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia serán perdonados a los hombres. Pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada” Mat.12:31. ¿Lo triste? Terminará como el rey Saúl. “Cuando Saúl se desvió de la reprensión que le mandó el Espíritu Santo de Dios, y persistió en justificarse obstinadamente, rechazó el único medio por el cual Dios podía obrar para salvarle de sí mismo. Se había separado voluntariamente de Dios. No podía recibir ayuda ni dirección de Dios…” ¿Cómo les parece?. !Amigo, todavía hay Tiempo! Libro. Historia de los patriarcas y profetas. E. de W. !Nos encontramos el martes que viene, con el permiso de Dios! “Inglaterra tiene dos libros- La Biblia y Shakespeare- Inglaterra hizo a Shakespeare, pero la Biblia hizo a Inglaterra.” Víctor Hugo
