El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo este viernes estar abierto a las «exigencias democráticas» y rechazó las acciones violentas en un gesto dirigido a calmar los ánimos de los manifestantes que desde hace ocho días reclaman su dimisión y a reducir la presión de la Unión Europea (UE), preocupada por la violencia policial.
Después de mostrarse firme contra los «vándalos y los extremistas» el jueves por la noche ante sus partidarios, el jefe del gobierno turco adoptó un tono más conciliador este viernes por la tarde en un foro internacional al declararse dispuesto a escuchar todas las reivindicaciones democráticas.
«Estamos en contra de la violencia, el vandalismo y las acciones que amenazan a los otros en nombre de las libertades (…) recibimos de todo corazón a los que vienen con exigencias democráticas», dijo Erdogan en un discurso pronunciado en Estambul.
La Bolsa de Estambul acogió este cambio de tono con una subida de más del 3% al cierre de la sesión del viernes.
Antes de la intervención de Erdogan, los europeos recordaron al dirigente turco sus deberes democráticos.
«El recurso excesivo a la fuerza policial no tiene cabida en una sociedad democrática», dijo en presencia del primer ministro turco el comisario europeo para la Ampliación, Stefan Füle, quien además subrayó el derecho «legítimo» de los manifestantes a expresar su oposición.
A pesar de este toque de atención, Füle aseguró que la situación que vive Turquía y los excesos policiales no tendrían ningún impacto en su proceso de adhesión a la UE, paralizado desde hace años.
La jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, llamó este viernes a las autoridades turcas a actuar «en conformidad con el estado de derecho», insistió en la necesidad de «discutir los problemas con los jóvenes del país» y exigió que ninguna «violencia se ejerza contra los manifestantes».
El primer ministro turco respondió denunciando el «doble rasero» de las críticas a su país desde el inicio de la protesta. «Hechos similares también se produjeron en otros países, en Grecia, en Francia, en Alemania».
El jueves por la noche, a su regreso de una gira por el extranjero, Erdogan, mostró un tono mucho más firme.
Ante miles de seguidores, el primer ministro turco exigió el fin «inmediato» de las manifestaciones que «han perdido su carácter democrático y se han vuelto vandalismo».
«Nos pidieron retirar a la policía ¿Y qué más? No se trata de un territorio de nadie», añadió.
Esta demostración de fuerza fue la primera respuesta pública organizada en la calle por el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), en el poder desde el año 2002, desde que comenzaron las protestas y supone un riesgo de escalada de la violencia.
Al mismo tiempo, decenas de miles de personas estaban reunidas, como cada noche, en la emblemática plaza Taksim de Estambul para reclamar la dimisión de Erdogan.
El viernes, sobre el terreno predominaba la tranquilidad, aunque los manifestantes mantenían intacta su determinación.
«No nos iremos y la gente seguirá viniendo», dijo a la AFP Murat Tepe, una diseñadora de moda de 36 años.