Hasta este momento, son muy pocas las empresas que han recibido las divisas ofrecidas
Los empresarios honestos, no tienen porqué pagar lo que otros se robaron
Han pasado más de tres semanas desde que se dio inicio a las primeras reuniones del Gobierno y la empresa privada, recordamos los anuncios del ministro de Finanzas, Nelson Merentes revelando que tenían US$ 2.500 millones para resolver las deudas más urgentes con los sectores productivos, pocos días después anunció que ya 1.500 pequeñas y medianas de las empresas afectadas habían recibido los dólares y que aún quedaban pendientes 1.520 que se estaban procesando.
Sin embargo, cuando se escucha hablar los empresarios entre ellos, “off the record”, las dudas comienzan a crecer, ya que al parecer han sido sólo algunos muy “afortunados” o con muy buenos “padrinazgos”, los que han recibido uno que otro de los verdes, pero la gran mayoría aún sigue estando en la lista de espera, por lo que resulta previsible considerar que el problema de la escasez y el desabastecimiento, va a continuar haciendo estragos por unos cuantos meses más.
Lo más grave de todo este asunto, es que el más modesto de los sectores de la producción que ha acudido a las denominadas “mesas técnicas” con el Ejecutivo tiene varios meses esperando por la aprobación y liquidación de modestas solicitudes de divisas en Cadivi, quedándose cortos los plazos de 60 y 120 días, que en este momento se han alargado desde los 250 a 400 días, hasta aquellas como el sector plástico que les deben US$ 500 millones, donde hasta el momento solamente se le han dado promesas, pero por lo que se observa no le han visto el queso a la tostada.
La presidenta del Banco Central de Venezuela, asegura que cuenta con los recursos para atender las obligaciones pendientes con los empresarios, pero a la vez advierte que en esta oportunidad se racionalizará la entrega de las divisas, por cuanto no se cometerá el error el año 2012, cuando a través de Cadivi, Aladi, Sucre se entregaron a “mano suelta” US$ 59.000 millones, sin ningún tipo de control ni anterior ni posterior, por lo que no se sabía quié-nes se habían aprovechado de estos negociados, hasta que Mario Silva cantó como un canario y puso al descubierto, quienes eran los que estaban detrás de las “empresas de maletín”, quienes no son precisamente los empresarios privados que trabajan con esfuerzo, generan riqueza y empleos estables y bien remunerados, sino muchos boliburgueses vinculados con el proceso revolucionario, procedimientos en donde estuvieron involucrados altos funcionarios de Cadivi y del Seniat, donde se pasaron por debajo de la mesa, según la propia funcionaria entre US$ 15.000 y US$ 20.000 millones.
La posición de la presidenta del instituto emisor, de manejar con criterio de escasez las pocas divisas de las que dispone el país, es justa y razonable, e incluso coincide con Fedecámaras en cuanto al monto en divisas, con el cual la economía venezolana podría operar normalmente, es decir unos US$ 35.000 a US$ 42.000 millones al año, pero no puede pretender aplicarles el “ácido” a quienes no participaron en ese festín de Baltazar, a quienes tienen que buscar dentro de la casa, no del lado de afuera, a la hora de entregarles las divisas que necesitan para operar.
Hasta el momento, con estas reuniones, estrechadas de mano en la TV, entre el Gobierno y los empresarios, el Ejecutivo lo que está es tratando de correr la arruga, de ganar tiempo, porque está consciente que el problema fundamental es que no hay dólares; se habla de que están llegando 650 mil toneladas de alimentos al país, pero los puertos continúan vacíos, los anaqueles de los granes hipermercados que operan en el país no hay con qué llenarlos, y mientras tanto las colas en los supermercados cuando milagrosamente aparece la harina, el aceite o el papel sanitario, son verdaderamente kilométricas.
Desmontar los controles
El pasado jueves el Consejo Nacional del Comercio y los Servicios, aun cuando no ha sido convocado a estas mesas técnicas, como tampoco lo han sido Fedecámaras, Conindustria, Fedenaga, la Cámara de la Construcción, hizo una propuesta al Ejecutivo que manejada en un clima de entendimiento y de consenso, podría contribuir a resolver la actual crisis de escasez y desabastecimiento que existe en el país, y que se va a profundizar en los próximos tres meses.
En efecto, Consecomercio aplaude los intentos que está haciendo el ejecutivo al llamar, por primera vez en estos últimos catorce años, a la empresa privada, para convertir la ingrata experiencia de vivir en un ambiente de economía de emergencia en materia de abastecimiento, en parte de un desagradable recuerdo. “Inclusive, en atención a dicho compromiso, se han adoptado algunas decisiones en materia cambiaria y otras puntuales en precios. Pero sin llegar al meollo del serio, severo y costoso problema de fondo: la obsolescencia de los controles de precios y del inoperante control de cambio”.
Se preguntan los comerciantes, si están dadas las condiciones para un diálogo abierto, diáfano entre las partes, por qué no se buscan los mecanismos que permitan realmente poner el cascabel al gato, establecer un gran consenso nacional que permita acometer, en forma progresiva la sinceración de la economía, liberándola de tantos obstáculos y, en forma simultánea, iniciar el desmontaje del control cambiario, que pudiera arrancar con el esquema de un sistema de bandas para la divisa, idea que se ha planteado y que ha tenido un respaldo significativo, son temas que hay que poner en este momento de crisis sobre el tapete, para poder salir adelante.
