El miércoles, en plena masacre de La Planta, un «intelectual» opositor envió un email colectivo a un grupo del Comando de HCR. En su mensaje, mostraba severa preocupación por el ataque de algunos «intolerantes» contra Maldonado y sugería una declaración del candidato en desagravio al corredor.
En medio de esa «guerra», su preocupación gravitaba sobre mi artículo; ni una palabra para los muertos, ni un pensamiento para las familias… nada. En las redes, Yon Goicoechea (que ni ocupa cargo, ni es candidato a nada) fue Trending Topic mundial y fue más comentado por su artículo que la ministra Varela por haber gaseado a familias y tiroteado a presos en plena Caracas. Todo ello, mientras Rafael «Reif (venezolano) era designado presidente de una de las mayores universidades de la civilización, sin gran interés de los medios o de los twitteros. ¡Qué absurdo!
Miles de personas reprobaron mi denuncia por considerarla antipatriota, pero muchas de ellas callaron ante el subsidio de dólares a mitad de precio para ver F1 en Mónaco. Ultrajados por un artículo, toleran, sin embargo, la corrupción y el populismo, la falta de dólares para medicinas o su restricción para estudios en el exterior. ¿No es grave ceder ante lo intolerable y atacar ferozmente a quien lo denuncia? ¿El radical soy yo o la realidad? Pienso que el tema a reflexionar no es si escribí un buen o mal artículo, sino si el Dictador logró cambiar las prioridades, incluso, de algunos adversarios. La Revolución se metió en nuestros valores, en los códigos con los que interpretamos la realidad.
Gracias a quienes hice reflexionar, mi intención fue señalar la hipocresía del sistema y la complicidad involuntaria de muchos dirigentes. Maldonado es sólo una excusa, otro gran talento venezolano que incurre en corrupción, utilizando recursos del Estado para actos de proselitismo. Lo importante es no temer a la frontalidad, que ningún pueblo se libera eludiendo a su opresor; «luchar sin miedo y, aun, sin esperanza».
@yongoicoechea