Un niño se hizo un barquito de madera y salió a probarlo en el lago, pero sin darse cuenta, el barquito impulsado por un ligero viento fue más allá de su alcance.
Apenado corrió a pedir ayuda a un muchacho mayor, que se hallaba cerca, que le ayudara en su apuro.
Sin decir nada el muchacho empezó a levantar piedras y echarlas, al parecer en contra del barquito; el pequeño pensó que nunca tendría su bote otra vez y que el muchacho grandote se estaba burlando de él; hasta que se dio cuenta que en vez de tocar el bote cada piedra iba un poco más allá de este y originaba una pequeña ola que hacia retroceder el barco hasta la orilla.
Cada piedra estaba calculada y por último el juguete fue traído al alcance del niño pequeño, que quedó contento y agradecido con la posesión de su pequeño tesoro.
A veces ocurren cosas en nuestra vida que parecen desagradables, sin sentido ni plan y hasta nos parece que más nos hunde; pero si esperamos y tenemos confianza en Dios, nos daremos cuenta de que cada prueba, cada tribulación, es como una piedra arrojada sobre las quietas aguas de nuestra vida, que nos trae más cerca de nuestro objetivo.
Gracias a Dios de que podemos, sin dudar y con completa confianza, apoyarnos en la fidelidad eterna de Dios. A veces no comprendemos muy bien los giros que da nuestra vida. Esas aflicciones a las cuales nos enfrentamos y que no causamos nosotros, situaciones que afectan al mundo entero y que nos afectan, aun cuando no las provocamos. a eso le llamo el dolor útil, un dolor al cual Dios nos dirige y por medio del cual perfecciona nuestras vidas, haciéndonos más fuertes.
Cuando la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse
El apóstol Santiago lo describe con mucha claridad cuando anima a la iglesia sufriente del primer siglo y que no entienden ¿por qué si viven haciendo la voluntad de Dios reciben el desprecio de otros?, él les dice: «Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse. Así que dejen que crezca, pues una vez que su constancia se haya desarrollado plenamente, serán perfectos y completos, y no les faltará nada.» (Santiago 1:2-4 NTV)
A un platero le preguntaron: “¿Cómo sabe usted cuándo la plata es pura?” El contestó “Cuando me veo reflejado en ella”. Una vez que has sido refinado por las pruebas, la gente puede ver reflejado a Jesús en ti. Santiago dijo: “Bajo la presión, su vida de fe queda al descubierto y muestra sus colores verdaderos”.
Joni Eareckson Tada quien quedó parapléjica escribió: “Cuando la vida es color rosa, podemos deslizarnos por ella sabiendo de Jesús, imitándolo, citándolo y hablando de Él. Pero sólo durante el sufrimiento lo conocemos”. En los momentos de sufrimiento aprendemos cosas acerca de Dios que no podríamos de otra manera.
Dolor útil y dolor inútil
No estoy diciendo de ninguna manera que te quedes inmóvil o aceptes los dolores y sufrimientos de aquellos que abusan, manipulan, mienten o maltratan y hacen todas estás cosas con la intención de controlar a quienes les rodean en sus acciones egoístas hacer esto es convertirse en un masoquista. A lo que sí te animo es a diferenciar entre el dolor útil y el inútil.
El útil viene de esas pruebas en la vida que Dios permite y que desarrollan tu carácter, el inútil es aquel al cual tú te expones por tus tendencias complacientes y masoquistas.
Conviene que hagamos la oración de la serenidad muy popular entre los grupos de A.A. y la apliquemos al tema del dolor: Señor dame la serenidad para aceptar el dolor que viene de ti, aquel que es útil y fortalece mi carácter. Dame valor para enfrentar aquel dolor inútil del cual puedo alejarme y no permitirlo; y dame sabiduría para diferenciar entre el uno y el otro.
No te alejes cuando Dios quiere ayudarte
El motivador Jhon Mason cuenta: «Hace algún tiempo estaba comiendo en un restaurante mexicano de los que sirven comidas rápidas. Mientras estaba de pie en la línea de ordenar, noté delante de mí a una anciana muy pobre que parecía que vivía en la calle. Cuando fue su turno, ordenó agua y un taco. Yo me senté en una mesa al lado de la de ella. No pude dejar de observarla y sentí compasión por ella. Poco después de haber comenzado a comer, caminé hasta su lado y le pregunté si podía comprarle más comida para su almuerzo. Ella me miró con enojo y me preguntó: «¿Quién es usted?»
«Una persona que quiere ayudarla», le respondí. Ella me ignoró. Terminé de comer al mismo tiempo que ella, y ambos nos pusimos de pie para salir del lugar. Sentí que debía darle dinero. En el estacionamiento, me acerqué a ella y le ofrecí dinero. Su única respuesta fue: «Deje de molestarme». Y se fue muy enojada.
Inmediatamente, el Señor me mostró que así es como a menudo muchos de nosotros le respondemos a Él. Cuando nos llama, buscando bendecirnos, actuamos como si no supiéramos quién es Él. Respondemos a su oferta de bendición preguntándole: «¿Quién eres? ¿Qué es lo que quieres de mí?» El Señor, que es un Dios de gracia, continúa tratando de bendecirnos, y sin embargo reaccionamos diciendo: «¡Deja de molestarme!» Y perdiéndonos las ricas bendiciones de Dios, nos distanciamos, al igual que la anciana.»
La verdadera paz
No es la ausencia de problemas lo que nos da paz; es la presencia de Dios en medio de los problemas. Es preferible estar herido con Dios, que estarlo sin Él.
En Mateo 28.20, Jesús envió a sus discípulos, ordenándoles que les predicaran el evangelio a toda criatura, «enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». No existe algo más reconfortante que la fe. Caminar con la certeza de que le pertenecemos a Dios, y que nuestras vidas están en sus manos.
En Romanos 8.38-39 (NVI), el apóstol Pablo escribió: «Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo porvenir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor».
En el versículo 31 declaró: «¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra?» Una paráfrasis podría decir: «Si Dios está por nosotros, ¿a quién le importa quién está contra nosotros?»
En el Salmo 145.18 (NVI), leemos: «El Señor está cerca de quienes lo invocan, de quienes lo invocan en verdad». Santiago 4.8 (NVI) nos amonesta con estas palabras: «Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes». En Hechos 17.28 (NVI) Pablo dice: «En él vivimos, nos movemos y existimos».
El conocido pastor y escritor Rick Warren dice: «Dios tiene un propósito detrás de cada problema. Él se vale de las circunstancias para desarrollar nuestro carácter. En efecto, Él depende más de las circunstancias para hacernos más como Jesús que de nuestra lectura de la Biblia. La razón es obvia: Enfrentas circunstancias veinticuatro horas al día.»
Todos los problemas son una oportunidad para forjar el carácter, y cuanto más difícil sea, mayor será el potencial para construir el músculo espiritual y la fibra moral. Si tienes problemas estás mejor que aquel que no los tiene, ya que a Dios le gusta resolverlos y forjar tu potencial por medio de ellos.
Esfuerzate y Hazlo.
Twitter: @reajose