La audiencia barquisimetana le regaló, como de costumbre, una efusiva bienvenida a las hermanas Prisca y Marieva Dávila la noche de este lunes durante el concierto que las pianistas protagonizaron en el auditorio del Colegio de Médicos del estado Lara.
Las artistas ofrecieron, a sala llena, un sentido y emotivo concierto en ocasión del Ciclo de Jazz que se lleva a cabo en la ciudad de los crepúsculos por el 15 aniversario del programa Música Oculta que fundó el desaparecido Julio César Fernández y que hoy día conduce y produce el licenciado Omar Aguirre. El recital Un piano, dos hermanas, contó con la presencia del barquisimetano Eduardo Dávila, padre de Prisca y Marieva, quien le imprimió al concierto sublimes notas que se desprendieron tanto del saxofón como de la flauta.
Velada irrepetible
Justo a las 8:00 de la noche dio inicio el banquete preparado por la familia Dávila. La primera en conquistar el escenario con su talento fue Marieva, quien ejecutó el tema Viraje, dedicándoselo a Prisca. Al concluir esta primera pieza, aprovechó para interactuar con la concurrencia sobre posibles nombres para un nuevo tema.
Luego, continuó con un tango 4×4 que dedicó a su madre. La acompañó su padre con la flauta y el público con las palmas. Seguidamente, del piano se desprendió un Polo margariteño, que a cuatro manos tocaron Prisca y Marieva, quienes lucieron exquisitos atuendos y tocados cargados de coloridas flores. El tema se escurrió por entre los dedos de las hermanas rememorando la brisa y las olas del mar. Parecía que sus manos navegaban sobre el piano.
Derroche de carisma
Con el carisma y gracia que le caracteriza, Prisca se dirigió a los asistentes para expresar lo feliz que la hacía regresar a Barquisimeto y a la sala del Colegio de Médicos, la que considera su casa. “Me siento como si estuviese en la sala de mi casa compartiendo en familia, muy contenta de estar en Barquisimeto”, manifestó.
El valse Paz y jazz, fue el primer tema que entregó la también compositora a la nutrida concurrencia que sucumbió ante su derroche de simpatía repleto de virtuosismo. La artista dedicó este tema a Jacques Braunstein, uno de los difusores del género. “El país necesita paz y jazz”, afirmó la artista.
Agregó que la pieza, forma parte de su nueva producción discográfica Piano jazz venezolano, que comprende la fusión de música venezolana, académica y popular con el jazz.
Tres pájaros de un tiro
Prisca continuó el festín con la obra denominada Marieva. “Mi abuela, mi mamá y mi hermana tienen el mismo nombre… así que con esta canción mato tres pájaros de un solo tiro”. Esta vez, se hizo acompañar por el saxofón que deliciosamente tocó el señor Dávila. “Mi papá es barquisimetano, arquitecto, flautista, saxofonista y sobre todo loco”, añadió Prisca.
Luego, una acompasada salsa flotó en el espacio. Prisca tocó con gracia y soltura la versionada pieza El manicero de Moisés Simons. De esta manera se combinaron con alegre pasión las notas del piano, la flauta y los aplausos del público.
Continuó Prisca con Tonada de ordeño de Antonio Estévez y Quirpa aderezando el tema con su aterciopelada, arropando el recinto de principio a fin.
Mágica complicidad
Evidente es la emoción que colma el rostro del señor Dávila cuando ve a sus hijas tan llenas de vida y talento. A un lado del escenario las observaba con regocijo, mientras aguardaba su turno para, en complicidad memorable, ejecutar junto a las Dávila un Pajarillo a cuatro manos que Prisca llamó Piquirillo. “Esto es Un piano, dos hermanas y un papá”, bromeó Prisca, quien comenzó tocando sola mientras su hermana danzaba sobre el escenario, haciendo gala de su regio zapateo al compás de un sublime flamenco.
De pie y con amplios aplausos despidió el público a la familia Dávila, pidiéndoles regresar pronto.
Fotos: Emanuele Sorge