Una mezcla de sentimientos se conjugaron a las 2:05 de la tarde de este miércoles, en el momento en que el cortejo fúnebre con los restos del ingeniero Carlos Antonio Guillén Graterón, Gerente de Operaciones del diario EL IMPULSO, conocido cariñosamente con el apodo de “Toto”, pasó por la sede del rotativo, a fin de que sus compañeros de trabajo le dieran su último adiós.
Todos quienes fueron sus compañeros de labores, tanto de la Gerencia de Operaciones como del resto de las áreas que constituyen este diario, se ubicaron en la planta baja del edificio para recibirlo con flores.
Las lágrimas y expresiones de dolor no cesaron durante la parada que hizo en este periódico el vehículo que trasladaba sus restos, antes de su cristiana sepultura, la tarde de ayer.
Un prolongado aplauso se tradujo en un mensaje para Guillén: todos estaban presentes, y pese a su inesperada partida se quedaría con ellos, conviviendo por siempre en estas instalaciones, la que consideró su segunda casa.
Y es que quienes creen en Dios se atreven a decirlo de esta manera:
“Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque muera, vivirá. El que vive, el que cree en mí, no morirá para siempre. (Juan, capítulo 11, versículo 25 y 26).
“A cada uno los quiso demasiado como ustedes lo quieren a él. Recuérdelo con alegría y entusiasmo. Gracias por el apoyo, manifestó su esposa Marynés al personal de este medio de comunicación, parada al lado del carro que iba ataviado de coronas y flores, estas últimas lanzadas por los trabajadores de esta empresa en justo reconocimiento a su legado, y para desearle un dulce adiós.
“Yo sé que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni las fuerzas del universo, ni el presente ni el futuro, ni las fuerzas espirituales, ya sean del cielo o de los abismos, ni ninguna otra criatura podrán apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor. (Romano, capítulo 8, versículos 38 y 39, de la carta de San Pablo a los Romanos.
Así será el resto del destino para Guillén, un eterno convivir con Dios, en esperanza de resucitar entre los buenos y justos, para el anhelado reencuentro entre todos, con felicidad.
A todos levantó el ánimo
El arquitecto Juan Manuel Carmona, director de EL IMPULSO, agradeció infinitamente el gesto que tuvo la familia de Guillén de desviar el cortejo fúnebre hasta la sede del periódico, así como las palabras pronunciadas por su esposa en ese momento las cuales consideró de conmovedoras.
“Dicho por ella misma, esta fue su segunda casa”.
Expuso que Guillén no fue un simple trabajador, sino parte integral de la familia de esta empresa, “o lo que yo llamo activo por destinación”.
Fue el amigo que a todos levantó el ánimo porque siempre salía con un chiste. Era difícil disgustarse con él, manifestó.
Recordó que Guillén comenzó en la sede de El IMPULSO, en la carrera 23 entre calles 27 y 28, pero se fue a trabajar a otra empresa antes que el periódico se mudara a la sede actual.
No obstante, precisó, lo busqué, lo convencí que regresara y le ofrecí el cargo de Gerente de Operaciones.
Es insustituible
Quedó un vacío difícil de llenar. Su personalidad, presencia y trabajo son insustituibles. Pasará mucho tiempo para encontrar a alguien comparado con Guillén.
Por su parte, Luis Rodríguez Moreno, exjefe de Redacción de EL IMPULSO, dijo de Guillén tenía cuatro títulos, tres universitarios y uno que le da la vida a muchas personas.
Fue ingeniero electrónico, administrador, periodista y el cuarto título: buena gente, señaló.
Sacerdote de la amistad
Fue un excelente profesional, pero sobre todas las cosas destacó en él una increíble calidad humana. Fue un sacerdote de la amistad, estimó. Recordó que la directiva de este rotativo tuvo el afán de implementar con la mayor rapidez del mundo el periodismo tecnológico que ahora posee, y no fue otro, sino Guillén, el encargado de llevar a cabo todo este trabajo profesional de ingeniería, y lo hizo con mucha rigurosidad por ser un hombre estudioso en la materia.