“Al regreso me encendías tú la luz, sonriendo desde lejos me esperabas, en la mesa la comida aún caliente y el mantel, y en tus brazos la alegría de volver”.
Amor para siempre, incondicional, auténtico, espontáneo; el regalo más grande, que tiene sabor a comida recién hecha, que da sensación de seguridad, que huele a flores y a quehaceres, con calor de hogar y es lugar de descanso.
Ayer se conmemoró el Día de las Madres, y aún cuando todos los días ganan victorias y lucen atuendos de superhéroes, justo este domingo las calles de Barquisimeto estuvieron decorada con globos y flores, mientras que en zonas residenciales, cada 20 metros, se dejaron ver familias enteras celebrando con música y comida.
Tributo al amor sublime
El plan de este domingo fue ir a misa, llegar temprano a la casa de la abuela, ir a comprar un bonito detalle y pasar el día en compañía de quienes dijeron “Sí” a la vida.
Centros comerciales, el Boulevard de la 20 y templos religiosos estaban abarrotados de citadinos para quienes amaneció temprano, porque ya a las 7.00 de la mañana avanzan de un lugar a otro grupos cargados de regalos.
Miles de opciones para agasajar a las madres, se desplegaron como abanico. En esta oportunidad, comerciantes informales ofertaron globos multicolores, flores, bolsas de regalos, chocolates, corazones hechos en madera, afiches y hasta franelas que decían: “Soy una Madre Feliz”.
También es importante mencionar que en las principales avenidas de la ciudad, buhoneros llamaron la atención de conductores al armarse con artículos ideales para regalar.
Todavía a las 3.00 de la tarde, había posibilidad de comprar un obsequio.
Cuando la madre se ha ido
En tanto, en el cementerio Municipal, ubicado en la avenida Florencio Jiménez, cientos de familias llegaron a tempranas horas y recordaron a los pies de las lápidas, el ser que concibió en su vientre el fruto de un amor y con sacrificio forjó su futuro.
Visitantes llegaron con tortas, flores,artículos de limpieza, y hasta comida para compartir bajo la sombra de un toldo que armaron justo bajo el sepulcro de la dulce madre.
En el lugar se celebró una misa en memoria de quienes ya no están. Rostros llenos de lágrimas, otros con actitud reflexiva, y unos evidentemente emocionados, se dejaron ver alrededor del altar.
“Mi mamá murió hace 15 años, y desde estonces los 12 hermanos venimos religiosamente al cementerio el día de su cumpleaños y el día de las madres, así como también cada quince días, para estar cerca de ella.
Sólo quedan sus restos, pero para nosotros mi mamá sigue presente. Fue tanto amor que nos entregó que jamás la olvidaremos, jamás la dejaremos de visitar. De hecho los hermanos nos vemos cada 15 días, y eso es porque mi mamá, quien se llamó Blanca Margarita Peroza, nos sigue uniendo, aún después de la muerte, nos sigue uniendo”, dijo Mary Pereira Peroza.
“Aunque el hijo se alejara del hogar, una madre siempre espera su regreso, el regalo más hermoso que a los hijos da el Señor: es su madre y el regalo de su amor”.
