Escritores, poetas y amantes de la cultura, en particular; y los hablantes del castellano, en general, sentimos la sensible desaparición de la última figura del célebre boom latinoamericano, de la cual formaron parte Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes, cuyas obras en nuestro idioma se proyectaron en el mundo entero.
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Así lo expresó Pedro Lozada Sira, expresidente de la Asociación de Escritores Larense (ASELA), quien dijo que el escritor peruano nacido el 28 de mayo de 1936, hijo de Ernesto Vargas y Dora Llosa, y cuyo padre quería fuese militar, pero el joven prefirió la literatura, no sólo fue un gran novelista, cuentista, ensayista, articulista y conferencista, sino uno de los intelectuales que habiendo en principio comulgado con ideas socialistas comprendió el engaño de esa ideología y no sólo se declaró firme defensor de la democracia, sino que llegó a aspirar la presidencia de su país; pero, a los intelectuales les cuesta ser entendidos por los pueblos que se abonaban con el populismo que contrario a lo que pregona, como es la dignificación del ser humano, lo someten a penurias y vivir sometido a la mentira.
Su primer libro fue La ciudad y los perros, que inmediatamente se convirtió en una novela trascendental en su país y luego vinieron las obras que lo proyectarían internacionalmente como La casa verde, Conversaciones en la catedral, La guerra del fin del mundo y La fiesta del Chivo, ésta última relacionada con el asesinato del dictador dominicano Rafael Leonidas, mejor conocido como “Chapita” Trujillo.
Porque hay que reconocer que Mario Vargas Llosa no solamente era un extraordinario intelectual, sino que sabía muy bien analizar los sistemas de gobierno arbitrarios, dictatoriales, tiránicos, totalitarios, que se han caracterizado sistemáticamente por la violación de los Derechos Humanos, la sumisión de los pueblos, el control social sobre la gente, la destrucción de la producción y la descapitalización de los países, el auge de la corrupción y las maniobras para mantenerse el tiempo más prolongado en el poder.
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En dos oportunidades tuvo Mario Vargas que pasar malos momentos en el aeropuerto de Maiquetía cuando vino a Caracas para participar en actos de carácter democrático, siendo el más llamativo en el 2009 cuando fue retenido por espacio de noventa minutos para poder salir del terminal aéreo hacia la capital de la república, hecho que fue reseñado por toda la prensa mundial porque el motivo era impedirle que hablara precisamente sobre la característica de los gobiernos autoritarios.
Mario Vargas Llosa tuvo el reconocimiento mundial como intelectual, expuso Pedro Lozada Sira. En 1962 obtuvo el premio Biblioteca Breve, en 1967 se hizo acreedor al premio de literatura Rómulo Gallegos que ha sido el más importante que existe en la América que habla castellano porque es la demostración de que Venezuela tuvo en esa figura al más grandioso novelista de Venezuela. En 1986 el premio Príncipe de Asturias en las letras y en 1994, el Cervantes, el más prestigioso de nuestra lengua porque lleva el nombre de Miguel de Cervantes y Saavedra, autor de El Quijote, el libro más leído en el mundo después de la Biblia. Y culminó con el Nobel de Literatura en el 2010.
La muerte de Mario Vargas Llosa en Lima, a consecuencia de una neumonía el Domingo de Ramos, constituye indudablemente una gran pérdida para las letras en el idioma castellano, al cual le dio lustre y proyección mundial, al mismo tiempo que su desaparición deja la estela luminosa del boom literario latinoamericano que a los casi 700 millones de hablantes de ese idioma nos enorgullece porque somos la segunda lengua más hablada en el mundo.