Antoni Gaudí, el “arquitecto de Dios”, es declarado Venerable por el Papa Francisco #14Abr

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El Papa Francisco ha declarado Venerable al arquitecto catalán Antoni Gaudí, una de las figuras más emblemáticas del modernismo y genio detrás del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia de Barcelona. Este reconocimiento representa un paso significativo en el proceso de canonización del llamado “arquitecto de Dios”, quien dedicó su vida y obra a glorificar a Dios a través del arte y la arquitectura.

Durante una audiencia celebrada en el Vaticano con el cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el Pontífice autorizó la promulgación de varios decretos, entre ellos el que reconoce las virtudes heroicas de Gaudí.

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Además, reconoce a los sacerdotes Pietro Giuseppe Triest, Angelo Bughetti y Agostino Cozzolino, que también fueron declarados venerables. El decreto también incluye la beatificación de Eliswa de la Santísima Virgen y del sacerdote misionero Nazareno Lanciotti, mártir en Brasil.

Un genio al servicio de la fe

Nacido el 25 de junio de 1852 en Reus (o posiblemente Riudoms), Antoni Gaudí transformó el panorama arquitectónico europeo con una visión única que fusionaba la naturaleza, la geometría y una profunda espiritualidad cristiana. En 1883, con solo 31 años, asumió la dirección de la Sagrada Familia, que sería desde entonces su gran obra vital.

A lo largo de su carrera, Gaudí mantuvo un compromiso férreo con su fe católica. Consideraba la Sagrada Familia una misión divina, no simplemente un proyecto arquitectónico. Su enfoque artístico estaba impregnado de simbolismo religioso, influencias benedictinas y franciscanas, y una profunda devoción a San Felipe Neri.

En sus últimos años, tras perder a sus seres queridos, se retiró del mundo y vivió en una habitación anexa al templo, consagrado por completo a su construcción. Su vida de ascetismo, oración y trabajo culminó trágicamente cuando fue atropellado por un tranvía el 7 de junio de 1926. Murió tres días después, sin ser reconocido en un primer momento, en el hospital para pobres de Barcelona. Alrededor de 30.000 personas asistieron a su funeral.

Camino a los altares

Con este decreto, Gaudí obtiene el título de Venerable, el segundo paso en el proceso de canonización de la Iglesia Católica, tras el de Siervo de Dios. Para su beatificación, el Vaticano deberá certificar un milagro atribuido a su intercesión. De producirse, sería proclamado Beato, y más adelante, Santo, si se comprobara un segundo milagro.

La declaración del Papa Francisco confirma lo que muchos creyentes y admiradores del arquitecto han sostenido durante décadas: Gaudí no solo fue un artista brillante, sino también un hombre de fe extraordinaria, cuyo legado trasciende lo estético y se inscribe en lo espiritual.

Con este reconocimiento, la Sagrada Familia se transforma no solo en un símbolo arquitectónico universal, sino también en un santuario vivo que mantiene vigente el espíritu del hombre que soñó con llevar a Dios a cada rincón de su obra.

La Sagrada Familia continúa en proceso de construcción, con partes clave aún sin concluir, como la fachada de la Gloria —la entrada principal— y la torre central dedicada a Jesús, que incluirá un ascensor de cristal. El objetivo es finalizar la obra en 2026, coincidiendo con el centenario de la muerte de Gaudí, lo que la convertiría en la iglesia más alta del mundo con 172,5 metros. Sin embargo, la fecha es incierta debido a los retrasos ocasionados por el confinamiento de 2020.

Santuario inspirado en el bosque

En 2005, la UNESCO reconoció a la Sagrada Familia como Patrimonio de la Humanidad, y en 2010 fue consagrada como basílica tras una misa oficiada por el Papa Benedicto XVI.

Inspirado por la naturaleza, Gaudí concibió el interior del templo como un bosque que invita al silencio y la contemplación. Por ello, su planta adopta la forma de una cruz latina que se extiende 90 metros desde la entrada hasta el ábside.

Cada rincón refleja su admiración por las formas geométricas naturales: las cinco naves están sostenidas por 36 columnas que simulan árboles y las paredes están decoradas con grandes vitrales de colores que llenan el espacio de luz. El punto más elevado del ábside alcanza los 75 metros de altura, y justo debajo reposa la tumba del arquitecto.

Las majestuosas columnas centrales fueron talladas en 22 tipos distintos de piedra, mientras que la luz natural que atraviesa las vidrieras proyecta una sinfonía de colores, con tonalidades que van desde los azules y verdes hasta los rojos intensos, bañando el templo en un ambiente etéreo y espiritual.

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Carmenmilagro Aulino
Carmenmilagro Aulino
Periodista en El Impulso desde 2023.

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