Absurdamente bien… generalmente, es mi respuesta cuando amigos y conocidos me preguntan cómo estoy, esta respuesta en mi imaginario he optado por decirla, por cuánto considero que, estar bien en el mundo actual y entre los anti-valores, la distorsión de los principios tradicionales que nos caracterizaban y la problemática legal, política, económica, social y ambiental que enfrentamos…
¡Es un absurdo!
La dinámica económica política y social que nos envuelve cotidianamente es determinante, con audacia, pero sin pretensión, desde siempre, he tratado de compartir mis criterios respetando el criterio de la de los demás con la esperanza de que se respeten los míos, ese es mi principal anhelo, creo que asumo los retos con la sencillez suficiente como para aceptar las críticas correspondientes, puesto que, me gustan las criticas fuerte porque hacen que tenga conocimiento de mis errores y así, de ser el caso, puedo rectificar. Todo, a sabiendas que no soy dueño de la verdad absoluta y al asumir mi papel del ser humano que soy, tengo pleno conocimiento de tener el derecho de ejercer el deber de errar. Eso sí, defiendo lo que para mí es la verdad hasta que estoy convencido de lo contrario.
Los seres humanos principalmente por sus ansias de correr tras el lucro fácil y avaro han destruido y siguen destruyendo los medios y las fuentes generadoras de vida en todas sus manifestaciones, como son: la vegetal, animal y la humana y, está produciendo en la actualidad un cambio global a nivel ambiental en nuestro planeta, eso le está conduciendo de manera impunemente incontrolada hacia un colapso total, como resultado del cambio climático que está aconteciendo en el globo terráqueo.
El doctor Juan Carlos Sánchez, co-ganador del premio Nobel de la Paz, en 2007, que fue compartido con el vicepresidente de los Estados Unidos De América, Al Gore, asevera qué: “Este es un problema que amenaza de manera significativa la posibilidad de obtener agua y alimento para el consumo y subsistencia de toda especie viva; un problema cuya única solución a largo plazo es la voluntad de todos los seres humanos para concretar la disminución de las emisiones de gases del efecto invernadero”.
Nuestra supervivencia depende estrictamente del comportamiento que tengamos cada uno de los seres pensantes que habitamos esta tercera isla después del Sol y que llamamos tierra. Nuestra capacidad de raciocinio es el origen de cómo parar un Holocausto que podría llevar a la destrucción de la vida en nuestro planeta.
Las alteraciones del ambiente deben ser motivo de preocupación para la comunidad en general, el cambio climático compromete cotidianamente al sistema productivo sobre todo al agroalimentario y a la propia vida. Según los estudiosos de esta problemática, la disminución de la biodiversidad conducente al agotamiento genético, resaltan que, actualmente solo el 30% de las especies vegetales conocidas nos ofrecen el 90% de los alimentos. Y quizás entre lo más preocupante, es que, esto es principalmente debido a las consecuencias de que cada año se desertifican millones de hectáreas a nivel mundial.
Son muchas las personas demostradamente capacitada, científicos, profesores, y estudiosos del cambio climático las que me han acompañado en esta lucha sin fin por la preservación del ambiente de nuestro entorno tenemos ejemplos que no se pueden obviar por su presencia ante nuestros propios ojos, cómo lo es la devastación ocurrida en el Valle del Turbio, la destrucción y desaparición del Bosque Macuto, otrora pulmón vegetal protector para las poblaciones de Barquisimeto y de Cabudare. Esta situación parecía inconcebible y hoy en día podemos presumir la contaminación de los pozos del Carabalí que surten de agua dulce a la ciudad de Cabudare y aparte del este de Barquisimeto, como consecuencia de qué se están vertiendo aguas servidas al cauce del Río Turbio que, por simple lógica, percolan, presumiendo otro daño ecológico que extermina la vida útil del río, lo constituye el saqueo incontrolado de arena y/o granzón.
Si esto ocurre ante los ojos de quiénes aceptaron la autoridad suficiente para cumplir con la responsabilidad de preservar el ambiente, pregunto:
¿Cómo será el desastre que viene ocurriendo en la Sierra de Portuguesa, en el Parque Nacional Terepaima, en el Parque Nacional Dinira, en el Parque Nacional Cerro Saroche, en el cauce del Río Tocuyo, qué provee del agua dulce al 85% de la población del Estado Lara y es utilizado para riego en la producción de alimentos, entre otros tantos ríos que afectan de manera decidida a tres grandes cuencas hidrográficas del país cómo son la Orinoquia, la Cuenca del mar Caribe, y la del lago de Maracaibo?
Más que preocuparnos por esta problemática, el ocuparnos por buscar soluciones a fin de parar este desastre ecológico que atenta contra nuestras vidas y la de las próximas generaciones…
“Supongo que es nuestra obligación legal”.
Maximiliano Pérez Apóstol