“No nací en un rincón remoto, mi patria es el mundo entero”
Séneca
Patria es la tierra donde se ha nacido, se ha formado, se ha batallado y se ha soñado, airón de bandera que donde quiera que ondee su figura siempre será pendón de libertad. De la misma manera como se apoya en su estaca el cóndor de la montaña, yo he apoyado mis sueños y libertades en el tallo fuerte de mis más caros sentimientos. Uno ama la patria en que nace, también la patria en la que ha vivido por muchos años y en la que ha sembrado, ha soñado, ha construido el futuro, ha trabajado y ha amado.
Pero más allá de todas estas bendiciones hay rincones del mundo, países que nos han acogido con amor, nos han brindado su cobijo y su amistad, rincones hermosos que se convierten en esas otras patrias a las que llegamos a amar como a la propia. También se vive de recuerdos, más aún de esos que solo dicha y momentos alegres nos han brindado. Holanda, tierra de famosos pintores como Rembrandt y Van Gogh.
Amo a Holanda, país donde fluyen todas las aguas por doquier; tierra en la que he gozado del encanto de sus hermosos paisajes y su cultura. Empecé a quererla desde la sombra de una hojita al caer, desde la imagen serena del mar, sus viejos caminos, un horizonte y otro horizonte y el pequeño tulipán que se quedó escondido después de la primavera, queriendo entibiar con su pequeñísimo tamaño las grandes heladas del otoño que ya iba enfriando los caminos.
Holanda el viento extiende tu nombre y lo riega por los cielos del mundo, al oído del viajero los molinos gritan tu nombre, ese nombre que los pájaros convierten en millonarias melodías. De pie sobre este tronco, aquí desde Grootschermer pude ver cómo nace la aurora y el hermoso día de rojas nubes coronado, desde este tronco le he comentado al Altísimo que morirse aquí debe ser una delicia sin igual…
Holanda te presto mis estrellas en esta noche negra anunciadora del ocaso, te presto sus brillos y color, te presto la miel de los cañaverales de mis valles, te presto mis profundas selvas para que se caliente tu corazón de otoño y vuelvas a florecer como si nunca hubieras dejado de ser primavera, te presto la suavidad del café de mis campos, te presto mi balcón desde donde se puede ver un alba radiante o un crepúsculo en tarde bermeja.
Préstame tu rico cielo de armonías, préstame tu otoño de horizontes, yo te presto la humildad de mi pluma enamorada, préstame tu idioma, yo te presto el mío, porque a los dos mi querida Holanda nos une inevitablemente el misterioso amor de las palabras, te presto mis dedos y mi pluma para describir la belleza de tus otoños increíbles…
“Hoy no me arrepiento más de nada. Hay una iglesia para cada error, una plegaria para cada pérdida y una palabra de paz para cada batalla”
(Poeta holandés Michel Krott)
Amanda Niño P.