Crisis carcelaria

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Culpa de las autoridades

El problema carcelario es, y seguirá siendo, un gran y grave problema porque no existe voluntad para resolverlo. Incapaces e inútiles como la Señora Iris Valera y el Señor Alsami que han aumentado la inseguridad y delincuencia, que en un régimen democrático han debido ser destituidos y juzgados por ser culpables de tantas muertes de inocentes. Pero son seres humanos que merecen respeto y consideración, pero ellos, triste y lamentablemente, no saben lo que es y, tanto uno como otro, son responsables del gran fracaso de todo lo malo que nos sucede.

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Marcial Rodriguez Prado
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Un fracaso mas…

Como es costumbre de este gobierno, que inicia obras y nunca las concluye, la política carcelaria es otro ejemplo de la ineficiencia e incapacidad de las personas que dirigen esas instituciones. Por eso, cada día, vemos a través de los medios de comunicación protestas tanto de los internos como de sus familiares. Pero hay que tener fe, porque el 7 de octubre se producirá un cambio en Venezuela y para ello es necesario que acudas a votar sin miedo.

Neptalí Paredes
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La culpa no es del ciego…

Hay un dicho popular que dice: la culpa no es del ciego sino de quien le da el garrote. Quien le dio el bastón a Iris Varela nombrándola Ministra de Asuntos Penitenciarios fue el propio Presidente de la República, por lo tanto, el es el primer responsable de la grave situación carcelaria que se está viviendo que ya no encuentra forma ni manera de ocultar.
La actuación de la ministra de Asuntos Carcelarios está impregnada de un rotundo fracaso, el Presidente le asigno un gabinete de forme improvisada (a dedo, como acostumbra hacerlo), violando, una vez más, nuestra constitución. El artículo 272, en uno de los párrafos expresa claramente, “el sistema carcelario debe estar al mando de personas con credenciales académicas universitarias”.
Lo acaecido últimamente en las cárceles de La Planta, El Rodeo y Uribana es muestra que el sistema carcelario no ha sido bien manejado y se refleja cada día con el caos mayor. Se siente pena propia reflejar ante el mundo una imagen con tanta descomposición social, la mayoría de los venezolanos sentimos vergüenza que el resto de países se enteren que nuestras cárceles, en lugar de ser centros de rehabilitación, son escuelas donde los privados de libertad se gradúan de delincuentes, con el objeto de fomentar la inseguridad que se ha convertido en un problema de salud pública.

Señor Presidente, reconozca que la persona que usted asignó para resolver la crisis carcelaria a dado muestras de incapacidad e incompetencia, corrija este error, haga una enmienda, destitúyala por favor. Esto no es un juego, no es cualquier crisis, es un problema de Estado.

Rafael Vargas Garcés
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Incompetencia oficial

Aunque las cárceles venezolanas les resultan chiquitas a los presos que las habitan (lo que debiera resolverse ampliándolas y humanizándolas) es evidente que les quedan grandes  a las autoridades encargadas de solucionar sus endémicos conflictos que, sin duda, no son un asunto que tenga apenas que ver con el tamaño físico. La prueba de esta incompetencia oficial son las interpretaciones que algunos funcionarios hacen sobre la vida que se lleva en los penales, de los correctivos que proponen. Está, además, ese doloroso espectáculo ya casi semanal, de familiares de internos angustiados en las afueras de los presidios por las guerras invisibles que a cuchillo, plomo, granada y artefactos explosivos, protagonizan bandos enemigos dentro de esos lugares, con alta cuota de difuntos y lesionados. Hay que humanizar ese ambiente infernal y hostil, donde se encuentran los privados de libertad, creando un lapso ‘resocializador’ y reflexivo en el que el único muerto sea el ocio y la flojera, es decir, tejiendo hamacas, fabricando zapatos o correas, haciendo trabajos de carpintería, concurriendo a clases educativas, pintando o leyendo, en lugar de estar afilando cuchillos o atesorando explosivos. Sólo así se evitará que ese “espeso ambiente de varones” (que, ojalá, no fuera característica irremediable de toda cárcel) degenere en esas carnicerías inclementes que parecen auspiciadas por guardianes corruptos que les franquean las rejas a quienes, detrás de esos muros, continúan sus guerras de afuera.

La indolencia con que el gobierno ha manejado la crisis penitenciaria es la prueba más evidente del fracaso del actual sistema carcelario en Venezuela y del colapso de la rama judicial. De esto no cabe la menor duda. Impresiona la mirada de la ministra encargada del Sistema Penitenciario Nacional, Iris Varela, quien ha manifestado que el gobierno de Hugo Chávez está dispuesto a hacer cambios razonables. La situación no está para ello sino para soluciones en extremo audaces, de alta y delicada cirugía. Hace décadas se sabe que el sistema penitenciario venezolano no sólo es extremadamente volátil y peligroso, sino que además, es inoperante, obsoleto, complicado e injusto. Y lamentablemente en esta oportunidad, los correctivos que se buscan no parecen atacar ninguna de estas características. Pienso realmente que los funcionarios que  buscaron para solucionar esta grave problemática social son inferiores  al  propio valor de la justicia. El delito ha desbordado clásicos límites territoriales y campea en el mundo sin obstáculos geográficos, mientras que los diversos poderes judiciales siguen supeditados a conceptos muy añejos e inservibles sobre una soberanía parroquial. Desde luego, con los criterios de la vieja moral murieron también los de la estética tradicional y se están hundiendo los valores jurídicos y los ideales de la política en grande.

José Fabio Oronoz
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Penales: armas y drogas

Había una vez dos historias o comiquitas, muy divertidas, que eran el enfrentamiento de chicos y adultos. Una era “el mundo de los bizarros” que aparecía en la comiquita de “Superman” y la otra “el gato Félix”. En la primera todas las acciones y conductas de los habitantes de ese mundo se percibían al revés. La anormalidad y las acciones más descabelladas revestían la sin razón de todo lo que acontecía en ese submundo. Lo inverosímil e inusual era la certeza del desenvolvimiento social en ese entorno.

El gato Félix, por el contrario, era una comiquita donde el personaje central poseía un maletín o bolso mágico y que él lo podía convertir en cualquier cosa: un carro, una casa, un bastón, una red, entre otras muchas. De esta manera, conseguía lo que quería y necesitaba para subsistir: comida, protección o escapar de los peligros que lo acecharan. El gato Félix era constantemente asediado por sus enemigos para despojarlo de su maravilloso tesoro: el bolso mágico. Sin embargo, el gato Félix siempre lograba salir airoso de todas estas arrematadas, por que el bolo mágico lo sacaba de apuros.
Ahora bien, parece que en esta época y acá en Venezuela estas historietas del mundo de la ficción, han pasado  a cobrar vida real en el sistema carcelario, porque la situación de descomposición moral, emocional y psicológicamente hablando es realmente dramática y muy peligrosa.

Se observa que los malos han logrado apoderarse del famoso “bolso mágico”. Porque, sólo así se explicaría que haya en manos de los presos tal cantidad de armas sofisticadas, con alcance de hasta 2 mil metros. De igual manera, los “pranes”, capos o jefes de estos centros penitenciarios poseen en sus celdas drogas y dinero en efectivo. Ellos imponen las leyes y normas de cómo deben funcionar estos penales. Todo esto se ha quedado evidenciado y reseñado por la prensa nacional, a través de las declaraciones de importantes funcionarios penales y de la propia ministra de los servicios penitenciarios.
Según fuentes extraoficiales estos “pranes” estarían negociando, con las autoridades para salir del recinto cargando con dinero, armas y drogas. De igual manera, en el informe del Ministerio de Asuntos Penitenciarios, según un periódico nacional del pasado 14 de este mes afirma que: “los negocios en La Planta producen 16 millones anuales”.

En el caso de retén de el Paraíso, explicaron las fuente del Ministerio de Asuntos Penitenciarios, el cálculo se hizo luego de sumar el dinero que se paga semanal por el derecho a estar en el penal, el que se paga una vez al mes por el derecho a pernocta, el impuesto que se paga por vender drogas, el derecho a tener una cantina que distribuye insumos básico, la vacuna que se paga por protección, En la suma no está incluida la producción neta por droga, venta o alquiler de armas, cobro por ejecuciones, secuestros, traslados.

Ante este panorama, surgen diversas dudas e interrogantes: ¿existe un verdadero y efectivo programa de servicios penitenciarios dignos, humanitarios y cónsonos con el incremento delincuencial en Venezuela. ¿Cuántos penales se han construido en los últimos años? ¿Están debidamente preparados: ética, moral, social y psicológicamente, el personal encargado del cuidado y custodia de los preso en estas cárceles?

Luis Alfonso Piñeros Medina
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Cárcel, reformatorio o escuela del delito

La crisis carcelaria y la inseguridad ciudadana, son dos temas que han estado en el tapete de la opinión pública desde hace varios años, acentuándose de manera dramática en el último año, dos problemáticas que van de la mano, una alimenta a la otra y viceversa. Ambos problemas han afectado la sana convivencia ciudadana al crear un desequilibrio emocional en todas las esferas de la sociedad, por el terror, angustia, desesperanza y luto que le han dado a las familias venezolanas.

Ahora bien, el caso especifico que nos ocupa hoy es la crisis carcelaria; ¿De quién es la culpa? y ¿cuál es la solución? El culpable directo de esta crisis se llama el gobierno revolucionario y socialista que dirige el destino de esta nación, desde hace trece largos años, una crisis que en vez de solventarse progresivamente con el pasar de los años, se agrava cada vez más.
A los centros penitenciarios, coloquialmente le llamamos cárceles, pero los verdaderos nombres de estos recintos son : reformatorio, correccional o centro de rehabilitación penitenciaria, tres términos sinónimos que nos indican que ha estos lugares se deben llevar a las personas convictas de algún crimen, para ser reformado, corregido o rehabilitado. Muy lejos de cumplir este rol, las cárceles venezolanas se han convertido en la antítesis del papel de reformador, es decir, son escuelas de formación de delincuentes, en donde ladrones y homicidas novatos son entrenados por verdaderos maestros del crimen, el perfecto mundo al revés, diría Eduardo Galeano. ¿Cuál es la solución?, he aquí ocho sugerencias:
1- Remodelar y construir reformatorios nuevos, con los estándares internacionales de seguridad, capacidad y salubridad.
2- Crear, fomentar y ejecutar programas de rehabilitación bien elaborados, tomando como referencia los que expuse anteriormente y ampliarlos.
3- Realizarle una evaluación exhaustiva y objetiva a cada interno (a), control, evolución, vigilancia y seguimiento de su conducta mientras paga la condena.
4- Solucionar el problema del retardo procesal.
5- Aplicarle todo el peso de la ley a los funcionarios corruptos que permiten el ingreso de armas y drogas al penal, y la evasión de presos.
6- Realizarle un seguimiento real al interno (a) que obtenga la libertad condicional o plena, direcciones de su residencia, familiares y amigos, si trabaja o no, comportamiento dentro de la comunidad, entre otros.
7- Ayudarlo a reinsertarlo en la sociedad, con planes de empleo, becas de estudio y deportivas, ayuda financiera para fundar microempresas.
8- Darle más apoyo gubernamental a las diferentes confesiones religiosas que realizan una maravillosa labor pedagógica, formativa y rehabilitadora, especialmente a la iglesia evangélica, a los cuales los felicito por su arduo trabajo dentro de todas las cárceles de Venezuela.
Para finalizar, le hago un llamado de reflexión a las personas convictas, especialmente a los llamados ‘pranes’, para que depongan esa actitud de rebeldía y conducta delictiva que no los conduce a nada bueno ni provechoso.

Franklin José Escalona
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Objetivo cumplido

¿Qué se puede esperar en un país sin Presidente, que ni lava ni presta la batea? Esta es la realidad del nuestro, secuestrado por el poder de un sólo hombre que lo ha tomado como suyo y, ahora, pretende controlarlo por twitter; como si se tratara de un juego en busca del goce perverso que implica el objetivo de cuantos puntos acumulo destruyendo al enemigo, a través de ese instrumento de maravillosa tecnología. Este señor, quien es el que quita y pone y decide por todo el mundo, designa a las personas “idóneas” al mando de los poderes para la solución de los problemas.  En este caso la ministra ‘comandante fosforito’, quien le correspondería solventar la grave problemática del hacinamiento de las cárceles, visto el fracaso del nada competente Tarek.

¿Qué ha ocurrido desde que Varela está al frente del recién nombrado Ministerio Penitenciario o como se llame? Pues… ¡Nada! Y eso ya lo sabíamos, ya que el único interés de este inescrupuloso gobierno es salvar su responsabilidad e imagen. Y en eso si son eficientes los títeres designados para esta tarea, otra cosa sería si hubiera la voluntad política y el objetivo medular de gobernar para echar adelante el país en beneficio de todos los venezolanos, sin exclusión.

René Roberti
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Próximo Tema:

¿Cuál es la solución a la situación carcelaria actual?

Es un hecho que la coyuntura que atraviesa el sistema carcelario venezolano es crítica y representa un revés para el gobierno actual. Partiendo desde este punto, quisiéramos saber, ¿cuál serían los pasos para esclarecer este conflicto? ¿Cómo pudieran solventar los responsables este problema? ¿Cómo sanear las instalaciones carcelarias del porte de armas, del consumo de droga, de los cabecillas de la extorsión y de toda esa anarquía que impera en este sistema?
Envíenos su opinión a [email protected], antes del viernes 25 de mayo y sus comentarios serán publicados en lunes próximo 28 de mayo, en la página número 2 del primer cuerpo, en la Página de los Lectores.

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