Los agricultores del campo venezolano, son los que menos se benefician, de los precios a los que se venden los productos de sus cosechas en los centros de comercialización de las diferentes ciudades del país.
En efecto, una queja recurrente de los consumidores, es que los precios de los alimentos perecederos que vienen del campo, deben ser pagados a precios de oro en los abastos, supermercados, y automercados, y hasta en los camiones de venta al aire libre por parte de los denominados “Gochos”, donde antes se compraba a precios solidarios, pero ahora justifican el alza de los productos con el encarecimiento del tipo de cambio.
Fedeagro ha dicho que “los productores venezolanos han hecho un gran esfuerzo por sostener la producción nacional, pero se ven en la necesidad de vender su materia prima o sus cosechas por debajo de los precios requeridos, sin tener una ganancia justa”.
Incluso en alguna oportunidad han denunciado públicamente que los usuarios pagan hasta 2 y 3 veces el precio que le pagan a los agricultores a puerta de finca, lo que se observa con rubros como tomates, cebollas, pimientos, aguacates, zanahorias, lechuga, cilantro, berenjenas, calabacines, remolacha, papas, ajíes, lechosas, guayabas, piñas, mangos, mandarinas, patillas.
Un caso que se ha denunciado muy recientemente, es lo que viene ocurriendo con el café, rubro que en los mercados internacionales se está cotizando el quintal de 45 kilogramos por encima de los 300 dólares, mientras que, en Venezuela, al parecer la agroindustria les paga 150 dólares o menos y los cancela en Bolívares, mientras que los agricultores tienen que adquirir los insumos en dólares.
Queda en evidencia, que no son precisamente los trabajadores del campo, quienes han venido haciendo un esfuerzo propio para acometer la siembra de sus productos y adquirir los insumos como semillas, fertilizantes, herbicidas y fungicidas , ya que el financiamiento bancario prácticamente ha desaparecido, lo que ha contribuido a que el área de siembra en el último año estuvo en el orden de 1 millón 400 mil hectáreas en todo el país, cuando en años pasado se sembraron 2,5 millones de hectáreas.
Fedeagro ha dicho en forma recurrente, en público y en privado, que relanzar la agricultura y lograr de nuevo estos objetivos, requieren de una inversión de $1.500 millones al año, durante los próximos cinco años, reduciendo de esta manera la dependencia de la importación de alimentos.