Entrevista Dominical | Jorge Ramos Guerra: José Macario Yépez fue un sacerdote piadoso, polémico, primer devoto de la Divina Pastora y defensor de sus bienes #12Ene

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Este 14 de enero, en la oportunidad de la nueva y tradicional visita de la Divina Pastora a Barquisimeto, el doctor Jorge Ramos Guerra, profesional del Derecho y como tal docente universitario, escritor, investigador, ex gobernador del estado Lara y polémico como analista político, espera el bautizo de su último libro, editado por Amazon.

Se trata de la novela La confesión del cólera y la Divina Pastora. Casi nunca, le decimos al ser entrevistado para El Impulso, se habla del sacerdote José Macario Yépez, quien como devoto de la Divina Pastora, fue quien inició la tradicional visita de la venerada imagen a Barquisimeto y no sólo la trajo para interceder para salvar a la población del cólera que diezmaba a la desamparada gente, sino que él pidió ser, como en efecto ocurrió, la última víctima de esa peste.

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¿Cuándo y dónde nació?

Nació en Barquisimeto en abril de 1799, en el hogar formado por Francisco de Paula Yépez, tocuyano; y de doña María Josefa Tovar, quiboreña. Realizó sus primeros estudios en El Tocuyo. En aquel tiempo las únicas profesiones que existían en el país eran las de abogado, medico y sacerdocio. Él optó por esta última y, por tanto, ingresó en el Seminario Tridentino, de Caracas y en la Universidad Central de Venezuela, de donde egresó como bachiller en filosofía. Y luego en 1824 recibió el título de maestro de filosofía, ordenándose de sacerdote en el Monasterio Santa Clara de Lima, en Mérida. Tras la tonsura fue enviado a Barquisimeto, de donde era oriundo y fue designado como párroco de la iglesia La Concepción.

Esa iglesia, según documentación que usted mismo conoce, fue destruida casi totalmente por el terremoto de 1812. ¿Cómo es que lo envían a un sitio tan deplorable?

Cuando él llega a Barquisimeto como sacerdote, en 1852, siendo gobernador Martín María Aguinagalde, ese templo era prácticamente, una ruina. Nadie le metía la mano para su reconstrución. Y fue él quien se empeñó en volver a levantar ese templo porque había sido el primero de Barquisimeto. Desde luego, habla con el mandatario.

¿Cómo eran sus relaciones con Aguinagalde?

El ya había conocido a Aguinagalde en Mérida. Se habían hecho amigos en esa ciudad y aunque Aguinagalde era un civil, había sido héroe de la independencia. Era caroreño, y José Gregorio Monagas lo había nombrado gobernador de la provincia de Barquisimeto. Eran tan buenos amigos el gobernante y el padre Yépez, que el mandatario lo apoyó en las obras de reconstrucción y ambos supervisaban los trabajos que se efectuaban en aquel entonces.

Pero, ¿Cuándo se rompe esa amistad?

Cuando Aguinagalde se da cuenta que el padre Yépez está conspirando contra los hermanos Monagas, quienes tenían el control del gobierno de Venezuela.

Cuéntenos, doctor, porque ese un hecho importantísimo…

Y que, además, casi nadie conoce. Resulta que en aquella época el gobierno no tenía casi recursos; pero, quién sí tenía dinero era la Iglesia Católica, porque esta tenía bajo su control lo que se denominaba los censos, que era el registro de la población; y, al mismo tiempo, era una institución muy prestigiosa, respetable y admirable, aunque nunca ha dejado de ser así. Lo relevante de entonces era que los hacendados y comerciantes que fallecían dejaban sus bienes en donación a la Iglesia. Aún más: dejaban dinero para que fueran oficiadas misas por cuarenta o más años.

¿Así ocurría en Barquisimeto?

En todo el país y en el caso de la provincia de Barquisimeto, el padre Yépez, quien tenía la categoría de vicario, administraba los recursos al punto que el gobierno le quitaba dinero prestado para obras públicas

¿Y no se negaba?

Hubo un caso que causó gran revuelo cuando el jefe civil, de apellido Luna, de Santa Rosa, una vez acudió hasta donde se encontraba el padre Yépez para solicitarle un préstamo, pero el sacerdote se lo negó. El funcionario, entonces, se fue a quejar ante el gobernador Aguinagalde. Pero, hay un detalle que explica esa negativa.

¿No le tenía confianza?

No, no, no. En aquellos momentos estaba latente las diferencias entre la Iglesia y el gobierno, porque los Monagas, en una decisión arrebatada, le confiscaron los bienes a la Iglesia. Aquí surge otro detalle muy interesante: los Monagas eran masones y el pleito entre éstos y la Iglesia era muy fuerte, sobre todo en Venezuela.

Al ser confiscados los bienes de la Iglesia, el padre Yépez se convirtió en el más firme defensor de la Iglesia no sólo en Barquisimeto sino en todo el país y, como buen orador que era, sus palabras eran contundentes, recias, penetrantes.

¿Por que dice usted que se convirtió en el defensor de la Iglesia en toda Venezuela?

Porque el gobierno de los Monagas se había convertido en un terror y las autoridades eclesiásticas en Caracas, como en otras partes, se habían tornado muy sumisas. Al padre Yépez, de inmediato, lo calificaron de enemigo del gobierno y de paso hubo una conspiración contra el gobierno, que precisamente surgió en Barquisimeto.

¿Está diciendo usted que los conspiradores contra el gobierno nacional comenzó aquí, en Barquisimeto?

Efectivamente, esa conspiración surgió en Barquisimeto para derrocar a José Gregorio Monagas. Y lo más importante es que en la misma se encontraban las personas más granadas de la provincia. Incluso, el que trajo la primera imprenta a Barquisimeto, el señor Pablo Unda, puso su residencia a disposición de los conspiradores, para que hicieran sus reuniones destinadas a tumbar al gobierno.

¿Quiénes eran los conspiradores?

Rudecindo Fréitez, doctor Juan de Dios Ponte, doctor Ramón Perera, licenciado Andrés Alvizu y los prebìsteros José Macario Yépez y José María Raldiriz. Cabe mencionar que en esa conspiración enredaron al general Juan Bautista Rodríguez, que era un héroe de la independencia, ya retirado, quien vivìa en Quìbor porque él era quiboreño, incluso cuñado del general Florencio Jiménez.

¿Cuándo salió a la luz pública esa conspiración?

Esa conspiración reventó el 12 de julio de 1854. Sin embargo, más allá de la conspiración se cometió uno de los crímenes más horrendos de la historia venezolana, porque usted ha señalado que fuera de las personalidades que estaban en el complot hubo unos individuos que asesinaron al gobernador Martín Marìa Aguinagalde.

Entre los conspiradores tenían planeado asesinar al gobernador Aguinagalde; pero, eso no lo sabía el padre José Macario Yépez. A él nunca se le dijo que el gobernador iba a ser asesinado. Entonces, los golpistas trajeron a unos sicarios, a quienes llevaron a un lugar cerca de donde vivía el gobernador para que bebieran aguardiente. Exactamente, a las doce del mediodía, cuando él fue a almorzar a su residencia, en la hoy carrera 19, entre 22 y 23, en toda la esquina, donde se encuentra la plaza por cierto, lo asesinaron de la forma más cruel e inimaginable. utilizando machetes y otras armas blancas.

¿Quiénes fueron los comprometidos en el asesinato del gobernador Aguinagalde?

Antonio José Vásquez, quien fue asesinado en la cárcel; Manuel Petit, Ceferino Silva y Clemente Fonseca.

¿Qué pasó cuando se enteró el padre Yépez?

Se mostró muy conmovido. Y lo primero que hizo fue llegar al sitio y trató de que los médicos le dieran los auxilios necesarios; pero, todo fue inútil. Sin embargo, por ser adversario del gobierno de los Monagas, ¿tuvo algún señalamiento por la muerte del gobernador Aguinagalde?

En el expediente que fue elaborado por el asesinato del gobernador Aguinagalde nunca aparece señalado, ni acusado, ni mucho menos de ser uno de los autores intelectuales de ese crimen. Pero, el cronista Eliseo Soteldo, cuando muere el padre Yépez, escribe en un periódico una frase sobre la cual no dio explicación: la muerte salvó al padre Yépez de la cárcel.

¿Por qué escribió esa frase?

Se considera que lo hizo simplemente por una especulación. El expediente que yo he leído varias veces jamás tiene un señalamiento contra él. Dice, eso sí, que iba a las reuniones y fue acusado de asistir a las reuniones; pero, él no aparece con ningún señalamiento y nunca fue citado a los tribunales. Además, las evidencias demostraban claramente quienes estuvieron incursos en el hecho. Queda muy claro que los sujetos que actuaron en el asesinato estaban ebrios y se metieron a la casa del gobernador. Al enterarse el padre Yépez que unos individuos reventando cohetes y trabucos, acude presuroso a la vivienda del mandatario y procura sacarlo en una carreta hacia donde podría ser atendido por los médicos. Porque el gobernador Aguinagalde era su amigo, aunque había tenido diferencias con él. Su actuación piadosa se había puesto una vez más de manifiesto.

¿Era Barquisimeto un pueblo muy pequeño?

En esa época, este era un pueblo que se extendía desde la iglesia La Concepción hasta la iglesia en lo que hoy es el sector San Juan y desde la capilla de Altagracia hasta la capilla de La Paz. Pero, ya desde 1835 había sido convertida en provincia precisamente por el gobernador Planas, que venía siendo el papá del que fue ministro de los Monagas, Simón Planas. Cuando propuso la provincia entre las cosas que alegó eran lo plano donde estaba la ciudad, su temperatura, su conexión con el resto el país.

¿Cómo es que se le ocurre al padre Yépez traer la imagen de la Divina Pastora?

El padre Yépez era muy devoto de la Divina Pastora y cuando el cólera hace estragos en la población es cuando decide que la imagen sea traída para que interceda ante Dios por la salud de los barquisimetanos y, además, pide ser, como en efecto ocurrió, la última víctima de esa peste.

¿Por qué la Divina Pastora hace su primera parada en la llamada redoma de la Cruz Blanca?

Porque fue precisamente en ese sitio donde llegó la imagen y ahí se concentró la gente. Para dejar constancia de la presencia de la virgen colocan en ese sitio una cruz, una cruz blanca. La promesa era traerla a Barquisimeto. Con los años se hizo una pequeña redoma y colocaron la estatua del padre Yépez. Ahí permaneció como sitio de oración y fue regresada cuando el cólera dejó de ser la peste mortal que había acabado con una gran parte de la población, incluyendo al propio padre Yépez. Hay que decir que no sólo trajo la imagen, sino que además hace todos los esfuerzos por conseguir una cura para esa terrible enfermedad. Y logra un remedio que le recomiendan los médicos.

¿Cuál era el remedio que le aplicaban a los enfermos del cólera?

Untarse en los brazos y en las sienes, dos onzas de éter fulfúrico, dos onzas de esencia de yerbabuena, cuatro onzas de agua de azahar. Y de igual forma se mezclaban esos ingredientes y se podía tomar en ayuna en lugar de café.

¿Quiénes eran los médicos que había en Barquisimeto?

Víctor Cabrales, José María Pérez y el joven Eladio Lara.

¿Dónde enterraban a las víctimas del cólera?

En un sitio que llamaba El Dividive; pero, a ese sitio no fue llevado el cuerpo del padre Yépez…

¿Dónde está sepultado el padre Yépez?

En 1943 trasladan los restos del padre Yépez del cementerio a la iglesia La Concepción, donde está sepultado.

¿Cómo era la complexión del padre Yépez?

No he podido determinar la estatura del padre Yépez, pero las referencias que tengo de él son las de que era una persona muy bien preparada intectualmente, muy culto, buen conversador, extraordinario orador, sumamente piadoso, considerado muy polémico por su defensa de los bienes de la Iglesia y su más fiel defensor de su doctrina. Al respecto voy a citar un detalle muy interesante: Cuando muere el señor Juan López, asiste con su compañero el padre Raldíriz al velorio y observa que entre los asistententes había muchos conservadores, entre ellos un joven judío, un luterano y un protestante. Entonces llama a un hijo del fallecido y le dice: yo no quiero ver mañana en la iglesia a esta gente. Un individuo que estaba cerca oyó la advertencia y enseguida comentó a sus amigos lo que había escuchado. Cuando el féretro y sus acompañantes llegaron a la iglesia La Concepción, el padre Yépez, observando que no le habían hecho caso, no realizó los oficios religiosos y al muerto tuvieron que regresarlo a su casa.

¿Qué impacto causó esa forma de haber actuado el padre Yépez?

Por supuesto, esa fue la comidilla de la gente relacionada con Juan López; pero, el padre Yépez, inmediatamente, publicó un folleto que intituló Al público, a través del cual explica por qué a la luz del Derecho Canónico no podía oficiar una misa por un difunto con la presencia de un judío, un evangélico y un luterano. Era un sacerdote muy preparado. Y murió en plena actividad religiosa, pues, apenas contaba 56 años.

¿Cómo se explica que no haya sido sepultado en la tumba común en la que quedaban las víctimas del cólera?

Los personajes más prominentes de Barquisimeto, para preservar el cuerpo del padre Yépez, porque era una figura muy prominente, le pidieron a los médicos cambiar el diagnóstico y dijeron entonces que había muerto de tifus, de modo que pudiera ser sepultado en el cementerio.

Pero, doctor, esa es una historia extraña, claramente, de novela…

Así es. Eso no lo sabía monseñor Tulio Manuel Chirivella y yo se la conté. Tampoco la conocía monseñor López Castillo, a quien se la conté. Y yo apuesto que tampoco la conoce monseñor Polito Rodríguez Méndez.

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