Agricultura tuvo buen clima en 2024, pero careció de financiamiento, servicios eficientes ni combustibles para aumentar la producción #3Ene

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La agricultura venezolana, vivió en el 2024 un año positivo básicamente por el régimen climático que prevaleció, aportando un volumen y una distribución de lluvias adecuado para la siembra, el crecimiento y la cosecha de los cultivos del ciclo norte verano 1923-  y el ciclo de invierno del año 2024.

Sin embargo, este comportamiento climático, no tuvo como complemento, un financiamiento suficiente y oportuno, servicios básicos eficientes, vialidad rural en buenas condiciones y una escasez permanente de gasolina y diésel, lo que le impidió aumentar aún más la producción nacional.

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El editorial del Instituto de Políticas Agrícolas de Fedeagro (IPAF) en su último informe de fin de año, no tiene desperdicio, por cuanto plantea toda la problemática que vivió el sector primario el año pasado. 

La dependencia de la agricultura del clima es absoluta, se requiere:

• Humedad en el suelo para: preparar tierras, reforestación, crecimiento y fructificación.

• Sequedad para: sembrar, abonar, floración, cosecha y comercialización.

Son ocho etapas del proceso productivo que dependen de un factor externo no controlable por los agricultores y estos deben estar preparados para realizar cada una de las labores en condiciones de humedad favorables. El exceso o defecto de agua en cualquier de esta etapa, puede afectar negativamente la producción de los cultivos, revela el IPAF. 

Los agricultores, en consecuencia, deben tener: recursos disponibles para financiar la actividad agrícola previo a la preparación de tierras, sus maquinaria y equipos aceitados y en perfecto estado para preparar tierras en el momento preciso de sembrar, aplicar agro insumos y cosechar; deben tener gasoil y gasolina e insumos en almacén en espera del comportamiento del clima para aplicarlos, la mano de obra contratada para las labores y el transporte garantizado para comercializar las cosechas.

Por estas razones la actividad agrícola es azarosa, el riesgo siempre está presente y para minimizarlo los agricultores deben gerenciar su negocio con eficiencia y gran sentido de oportunidad. Una demora en el crédito, un desabastecimiento de gasoil y/o gasolina, un ataque de plaga o enfermedades, una falla de un equipo o falta de un repuesto puede arruinar el año agrícola.

Si todo sale bien y se llega a cosecha sin mayores obstáculos, entonces se enfrenta el más azaroso y aciago de todos los obstáculos, vender la cosecha y venderla bien, en procura de ingresos que cubran los costos de producción y generen utilidad. Y es incierta esta etapa, por cuanto en Venezuela los agricultores siembran a ciegas sin tener idea del precio a recibir por su producción 180 a 200 días después de iniciado el proceso productivo.

En el año que culminó la industria procesadora de maíz (blanco y amarillo) y de arroz, impuso los precios pagados al agricultor por debajo de años anteriores, y al igual que las torrefactoras de café, por debajo del costo alterno de importación. En contraste, los costos de producción de estos rubros se incrementaron significativamente.

El Ministerio de Agricultura y Tierras, en el caso del maíz y de la Corporación Venezolana del Café, por intermedio de este, en reuniones con agricultores e industriales alcanzaron acuerdos de precios que fueron ignorados por la industria en perjuicio de los productores.

En conclusión, costos más altos y precios por sus productos más bajos, implican una disminución de la productividad económica y la rentabilidad de los agricultores de maíz, arroz y café.

En rubros perecederos otros factores influyeron en los resultados, la contracción del consumo de hortalizas, tubérculos y frutas, unido al contrabando (caso especial de la papa) y las condiciones de pago ofrecidas a los agricultores, perjudicó de manera relevante a los agricultores. El comercio (cadenas y supermercados) alargan los plazos de pago a los proveedores y estos a la vez a los agricultores, los cuales reciben sus pagos (a 30, 45 días y más) resultando seriamente perjudicados.

Para todos los rubros agrícolas, otro factor que conspiró contra su ingreso es el pago en bolívares.

Los agricultores no pueden cambiar los bolívares por dólares a la tasa oficial y deben cambiar en el mercado paralelo que exige, en promedio, un 20% más de bolívares por dólar. Por otra parte, el productor compra los insumos y paga los servicios a dólar paralelo. En resumen, el productor, por el diferencial cambiario, pierde alrededor del 20% de su ingreso.

El desabastecimiento de gasoil en el segundo semestre del año afectó las siembras del ciclo norte verano 2024-25 y la recolección de cosecha del invierno de este año. En los llanos occidentales no se pudo sembrar después de cosechar los rubros de invierno por la escasez de combustible y se alargó la época de siembra esperando por buen tiempo para sembrar. Esta situación persiste al momento de redactar estas líneas.

Otro aspecto relevante durante este  año es la colocación de la cosecha de maíz. Al 15 de diciembre están en poder de los agricultores más de 900.000 toneladas de maíz. Este es un elemento que se agrega a la problemática sectorial y evidentemente originado por las importaciones, las cuales en lo que va de año alcanzan más de 850.000 t de maíz amarillo y 270.000 de maíz blanco. 

Se agregan a las importaciones de maíz, durante el 2024 : 360.000 t de arroz, 485.000 t de soya (harina y frijol), 22.000 t de caraotas y 14.000 t de arvejas. 

Las cifras preliminares estimadas por Fedeagro arrojan la producción de 1.41.000 t de maíz, un crecimiento con respecto al año pasado del 36%, 561.000 t de arroz (cifra similar al año pasado), 1.150.000 t de caña de azúcar, un crecimiento de 17%, 1.120.000 quintales de café, un crecimiento del 25%. Crecen con diversos porcentajes las hortalizas y decrecen la naranja, el frijol y el sorgo, y las oleaginosas (palma, soya y girasol crecen alrededor del 28%. 

Uno de los objetivos de lucha que tiene Fedeagro para este 2025, es lograr implementar las siembras por contrato, que permitiría al productor conocer previamente lo que percibirá por la cosecha de su producto, evitando de este manera que le pongan un precio solo acorde a los intereses de la agroindustria. 

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