La palabra chofer, viene del francés: ”chauffeur” (calentar), ya que los primeros vehículos a motor requerían de un previo calentamiento matutino por el encargado de conducirlo, para que pudiera circular adecuadamente.
Hoy en día, en nuestro destartalado país, estos conductores de transporte público: bus, buseta o taxi, amén de carecer de una adecuada conducta cívica y de conocer las rutas sin cometer infracciones, no entienden que cuando nos prestan un servicio ellos han sido contratados por el usuario y por ende deben respetarlo y seguir la ruta que él le indique para así poder llegar más expedito al lugar contratado; pero estos se molestan y dicen que ellos son los conductores y dueños del vehículo; los que en su mayoría están tan destartalados y sucios que si te montas con un traje blanco, éste será gris al descender, la cantidad de polvo que inhalas si eres alérgico te condicionará al bajar una rinitis alérgica, por lo que te recomiendo cargar un tapaboca y para colmo, si te llegas a cortar o pinchar con los latones sueltos, te recomiendo te pongas un refuerzo de la antitetánica o te vas a vacunar y algunos de estos choferes (¿) que el término en francés les queda muy grande hay que mandarles a vacunar con la antirrábica.
En los países civilizados el chauffeur es previamente educado en Escuelas para Conducir, donde aprenden normas cívicas, respeto al ciudadano y las leyes de tránsito; amén que al final de la faena todos estos vehículos de transporte público, incluidos el metro y los trenes, son obligatoriamente sometidos a baños de desinfección bacteriana o sanitización; aquí eso no se hace ni en los hospitales. ¡Voilá¡
