Como la democracia se fundamenta en el poder que tiene el pueblo de elegir a sus autoridades de los poderes públicos, ese legítimo derecho, garantizado por la Constitución y las leyes, no puede ser abandonado por las organizaciones de la oposición en ningún instante, máxime si existe la firme oportunidad de celebrarse unas elecciones, para las cuales debe prepararse de una vez.
Así lo expresa, en documento consignado a El Impulso, el profesor Armando Prado, coordinador regional de Izquierda Democrática, quien advierte seguidamente que los auténticos representantes de la oposición venezolana no se pueden dejar intimidar por quienes hoy detentan el poder en el país, porque inevitablemente perderían la confianza del pueblo.
Hay aspectos que ahora se deben considerar muy seriamente:
Primero, el pueblo venezolano ha demostrado que es profundamente democrático y, por lo tanto, no se deja atemorizar, acobardar, ni amedrentar por gobiernos arbitrarios. Así quedó evidenciado cuando, a pesar de toda la intensa campaña oficialista contra las primarias, éstas se efectuaron cabalmente sin apoyo del Consejo Nacional Electoral, y no solamente hubo una abrumadora asistencia, sino que fue escogida la auténtica líder del proceso democrático nacional en la persona de María Corina Machado.
Segundo, esa concepción democrática está atizada por un espíritu combativo, enérgico y solidario, demostrado en la última campaña electoral, durante la cual no pudieron los cuerpos de seguridad, ni los organismos del Estado como el Seniat, ni gobernaciones, ni tampoco alcaldías, ni grupos de motorizados y colectivos, armados fuertemente y envalentonados por ser parte del oficialismo, impedir el desplazamiento de María Corina Machado y todos los factores de oposición por todo el país para efectuar las más gigantescas concentraciones en 25 años, a través de las cuales se hizo público y enardecedor el deseo del pueblo de lograr un cambio dentro de los principios establecidos en la Constitución y normas legales, en un ambiente de paz, a pesar del avasallamiento del poder arbitrario del Estado.
Tercero: ese deseo de cambio se mantiene intacto en la conciencia del pueblo y, por tanto, la dirigencia política de los partidos que debe obedecer al espíritu democrático del pueblo, está obligada a examinar profunda e inteligentemente la situación que existe en este momento cuando el gobierno se encuentra totalmente debilitado totalmente porque ha perdido el apoyo que una vez tuvo y, en consecuencia, se encuentra sumido en la desesperación, en la angustia y en la zozobra, en un deplorable estado anímico que lo lleva a tener una devoradora lucha dentro de su propia estructura.
Cuarto: el gobierno, en medio de su crisis y del temor que le impide actuar con serenidad, está montado en buscar una fecha para las elecciones que deben efectuarse, constitucionalmente, el próximo año.
Quinto: el panorama electoral del 2025 es sumamente complicado para el gobierno, por cuanto se deben escoger los 277 integrantes de la Asamblea Nacional, 246 diputados de los Consejos Legislativos, 2.459 concejales, 335 alcaldes y 25 gobernadores. Como los que detentan el poder no tienen apoyo, ni pueden convencer a nadie de que la situación del país mejorará, ni tampoco existen perspectivas de que la economía pueda crecer porque todavía existe el riesgo país, le resultará muy difícil al oficialismo ganar las próximas elecciones, sobre todo porque ha perdido por completo credibilidad.
Sexto: La desesperación que el 28 de julio le ha producido al gobierno, porque se encuentra acorralado al no poder presentar las actas de las elecciones de ese día y estar seriamente cuestionado por gran parte de la comunidad internacional, incluso por gobernantes identificados con la tendencia socialista, está ocasionando serios trastornos de conducta a figuras relevantes de la estructura oficialista que les ha hecho compartir el poder y buscar diversas formas de someter a la disidencia, para ocasionar confusión, malestar y pesimismo; pero, ya esas condiciones han sido superadas porque el miedo colectivo ha desaparecido.
Séptimo: como el pueblo perdió el miedo y el miedo ahora está taladrando el cerebro del oficialismo y no le deja vivir tranquilamente, la oposición debe tener conciencia de que no se pueden cometer errores como el de 2005 cuando algunos dirigentes de partidos supuestamente de oposición llamaron a la abstención, para que el gobierno se hiciera de todo el poder y de esa forma lograra una hegemonía sustentada en el engaño, el populismo y la corrupción, que se extendió a todos los niveles de la administración pública con consecuencias que aún estamos padeciendo.
Octavo: si vuelve a repetirse ese error, que esperamos sea analizado lo más pronto posible porque hay tiempo para hacerlo, habría que esperar de cuatro a seis años para que nuevamente haya elecciones, de acuerdo con los cargos a escoger. Un error de esa naturaleza será inadmisible e imperdonable porque la oposición venezolana no solamente es conformada por la dirigencia política de algunos partidos, sino por la inmensa mayoría del pueblo venezolano, de ese pueblo que se ha resteado con la democracia, que tiene la esperanza de que Venezuela se una a los países democráticos, en los cuales hay posibilidades de tener trabajo bien remunerado, servicios eficientes en especial salud y educación, se cuente con libertad de prensa y de expresión, además que se pueda protestar sin ser objetos de furia, atacados con gases tóxicos y balas, agredidos, encarcelados, perseguidos torturados y hasta sufrir la pérdida de la vida por quienes están en la obligación de ser servidores del pueblo, atender sus quejas y planteamientos, y no ocupar el poder para su beneficio personal, el de sus familiares y allegados.
Noveno: como coordinador de Izquierda Democrática participé activamente en el desarrollo de las elecciones del 28 de julio y éstas nos ofrecieron la mejor lección a los dirigentes: el pueblo es la fuerza de la democracia y esa fuerza se impondrá en unas elecciones, a pesar de que se le pongan obstáculos, dificultades y amenazas de todo tipo. Es por ello que, en nombre de Izquierda Democrática, hago un llamado a las organizaciones políticas a estudiar la participación en los procesos electorales del año próximo, porque esa es la mejor forma de restaurar la democracia en todos los municipios y en todos los estados y alcanzar el Poder Legislativo para que éste controle al Ejecutivo y se imponga el Estado de Derecho en Venezuela en su condición de país civilizado y democrático.