La situación del campo venezolano cada día es más crítica porque los pequeños productores del medio rural están trabajando con las uñas y no existe posibilidad alguna de que mejoren sus condiciones de vida.
Tal es la opinión de Simón Yustiz, exsecretario general de la Federación Campesina de Venezuela y exparlamentario, quien dice que, a través de los recorridos realizados por el país, ha podido comprobar la magnitud de la situación.
Tengo experiencia en la materia porque durante cinco años fui miembro de la Comisión de Agricultura del extinto Congreso de la República, durante los cuales conocí todos las dificultades de los campesinos y trabajé en la solución de las mismas.
De igual forma tuve que cumplir intensas tareas como secretario general de la Federación Campesina y al día de hoy, debido a la prolongada crisis económica del país, se puede evidenciar que el campo venezolano está quedando solo porque una cantidad de pequeños productores han abandonado sus actividades por la serie de problemas que le aquejan, mortifican y desesperan.
Cuando fue aprobada la presente Constitución hubo gran regocijo en el campesinado porque fue tomado en cuenta, ya que los artículos 305 y 306 obligan al Estado a promover la actividad de quienes se dedican a producir en el campo, a su bienestar y al desarrollo rural.
En ese momento, los pequeños productores abastecen, según los estudios oficiales, el 30 por ciento de los alimentos de los venezolanos; pero, hoy, lamentablemente, son muy pocas las familias que todavía se mantienen trabajando porque lo están haciendo con las uñas, como se dice en el medio, ya que no tienen apoyo oficial.
No cuentan con créditos, ni con insumos, ni con la asistencia técnica, ni mucho menos con combustibles para las bombas de riego, ni con tractores y equipos, ni tampoco con los servicios esenciales de vías adecuadas para sacar sus productos a los centros de consumo, ni con asistencia médica. Al trabajador que sea atacado sorpresivamente por una serpiente venenosa está condenado a morir porque no hay suero antiofídico. Y han vuelto, para colmo de males, enfermedades que estaban desaparecidas como la tuberculosis, para mencionar a la principal.
Evidentemente, sin una política agropecuaria integral, tal como está contemplada en la Constitución, desaparecerá la clase campesina, la más honesta, trabajadora y esperanzada que tiene Venezuela y, en consecuencia, perderemos a unos venezolanos y unas venezolanas que constituyen el orgullo de la responsabilidad en el esforzado trabajo de nuestros campos, expresó Yustiz.