#OPINIÓN La contribución de diáspora venezolana con las economías de los países receptores y su constante aumento #15Oct

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Con referencia a países sudamericanos

Un primer trabajo sobre este tópico fue presentado y publicado durante el día 17 de febrero del año 2022. La situación no ha cambiado grandemente, prácticamente es una sucesión de hechos con respecto a nuestra población, como es el de buscar, por necesidades, tanto materiales como espirituales, nuevos derroteros. Lo único diferente es que el sátrapa que mantiene bajo secuestro nuestro país, ya  está identificado por la gran mayoría de los pueblos que componen el concierto de las naciones como secuestrador de menores y jefe de una banda que ha pretendido robarse las elecciones, en las cuales el pueblo le ordenó que se fuera, que permitiera el reencuentro de la familia venezolana y que no se llevara con él los pocos recursos que la República aún hoy conserva.

Febrero del año 2022. En ese momento se contabilizaba 2,2 millones de expatriados residentes en la República de Colombia, y quienes, según la Organización de las  Naciones Unidas, estas cifras eran el resultado del estudio del Impacto Fiscal de la Migración Venezolana en Colombia: Realidad versus Potencial. Y el cual muestra que esa realidad, al final del año 2022, representó casi un 2% del total de ingresos fiscales totales en ese país y proyectándose un potencial aumento que alcanzaría la cifra de 804,3 millones de dólares americanos con la total regularización de venezolanos al final del año 2023.  

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Me permito recordar que en el periodo hoy analizado, el presidente de Colombia era el Dr Ivan Duque, demócrata a carta cabal y quien le abrió las puertas de Colombia a esos millones de compatriotas, así como a muchos perseguidos de la dictadura, brindándoles una segura protección.

Este cálculo al cual hago referencia, se hizo durante el transcurso del año 2022. Según el Banco de la República de Colombia, esta cifra podría ser igualmente cierta agregando una tercera parte. Este fenómeno migratorio, viniendo de Venezuela, país el cual fue considerado durante decenios como la economía más floreciente y de más perspectivas en Latinoamérica, fue realmente inesperado. La realidad es que hoy, en el mes de octubre del año 2024, este ciclo de la emigración venezolana no se ha detenido, si, seguramente no al ritmo que se sucedía entre los años del 2015 al 2021. Pero la realidad es que tanto las autoridades colombianas como las organizaciones internacionales que siguen de cerca estos movimientos migratorios, en Colombia se encuentran residenciados, probablemente más de 3 millones de venezolanos.

Por otra parte podemos observar ver que al inicio de este mes de octubre las autoridades colombianas han hecho públicas informaciones de gran importancia, por ejemplo, la Dirección Impuestos y aduanas nacionales, DIAN por sus siglas, informan que el aporte fiscal de la emigración venezolana al cierre del año fiscal 2023 fue de 529,1 millones de dólares USA, en impuestos directos e indirectos. Con esa suma se podrá cubrir todo el presupuesto para el Plan de Alimentación Escolar (PAE). Este sistema es el equivalente al que durante la democracia venezolana funcionaba y al cual, (prohibido olvidar) el gobierno de Rafael Caldera designó como presidente a uno de los aspirantes a asesino del presidente Carlos Andrés Pérez el 4 de febrero del año 1992: el tal comandante (¿comandante de qué y para que?) Francisco Arias Cárdenas.

De acuerdo con el estudio ofrecido por el Banco Central de la República de Colombia, el 95,76% de los migrantes venezolanos en ese país se encuentran en el aparte Población Económicamente Activa. Además, según el departamento de estadísticas de la Dirección Nacional de Impuestos y Aduanas de Colombia, al cierre de este año 2024, la migración venezolana aportará algo más de US $803 millones a la nación colombiana en forma de impuestos directos e indirectos.

Según este  informe, “El Centro para el Desarrollo Económico, Equilibrium”. El 46 % de los migrantes venezolanos ha completado estudios superiores universitarios o técnicos. Esto invita a comprender la migración como una oportunidad y a aprovechar el capital humano para el desarrollo socio-económico de los países de acogida. Es también menester mencionar que los beneficios para las sociedades receptoras podrían ser superiores si las normativas se adaptarán a la realidad actual de intercambio del conocimiento el cual hoy día no tiene fronteras. Esta limitación impide a esta población de alto nivel educativo, como la venezolana, las obvias facilidades de revalidación y legalización de esos títulos. Así podemos ver que 92% de la población venezolana no ha podido convalidar sus títulos profesionales en los países de acogida. Es un precioso activo que podríamos decir está siendo subutilizado. Y esto para nuestros países, para nuestros pueblos, me temo que lo podríamos catalogar de pecado capital

Para terminar el sobrevuelo de esta realidad colombo venezolana, me afincaré en un trabajo firmado por el economista Jeremy Lebow, de The Latin American and Caribbean Economic Association – Asociación de Economía de América Latina y el Caribe (LACEA)  presentado el 8 de mayo del año 2023 titulado ¿Cómo impacta la migración venezolana a la economía colombiana?  Veamos cuales son las primeras conclusiones de este estudio.

Cuando la migración masiva de Venezuela a Colombia se intensificó en 2017, hubo un debate sobre los efectos que tendría en la economía colombiana. Algunos predijeron que la competencia en el mercado laboral con los venezolanos perjudicaría los salarios y el empleo de los locales, mientras que otros hicieron hincapié en los beneficios estimulantes para la economía de la incorporación de la mano de obra migrante, en gran parte joven y educada. 

Desde entonces, los economistas han estudiado rigurosamente los efectos económicos de la migración venezolana a Colombia. Sus conclusiones muestran claramente que habría grandes beneficios, aunque las magnitudes y momentos de los mismos dependen crucialmente de la capacidad de los inmigrantes para acceder a los puestos de trabajo en los que pueden ser más productivos.

Para empezar, los economistas han identificado varias formas en que la migración venezolana ya ha beneficiado a la economía de Colombia. En 2019, los economistas señalaron el consumo venezolano como probable impulsor de impresionantes tasas de crecimiento. Hay pruebas de que la migración venezolana ha ayudado a las empresas manufactureras colombianas a aumentar sus exportaciones en alrededor del 4%. 

Las investigaciones del Banco Central de Colombia muestran que las trabajadoras domésticas venezolanas han ayudado a las madres colombianas a incorporarse al mercado laboral y a convertirse en empresarias.

A largo plazo, está claro que esta migración aumentará la productividad y la prosperidad económica de Colombia. La mayoría de los estudios sobre los efectos a largo plazo de las oleadas migratorias y de refugiados encuentran efectos positivos en los ingresos, por ejemplo, en los casos de la inmigración europea a EE.UU. durante la llamada Edad de la Migración Masiva (o “Age of Mass Migration” en inglés), la inmigración de judíos rusos a Israel en la década de 1990 y los refugiados turcos en Grecia en la década de 1920. Simulaciones macroeconómicas recientes del FMI predicen que la migración venezolana impulsará el PIB de Colombia en un 3,7% para 2030.

Para los países receptores, evidentemente aquellos que recibieron la primera ola de desplazados, ha sido un excelente negocio. Un vivo ejemplo lo tenemos en la muy querida y admirada República de Chile, donde se afirma que actualmente hay ejerciendo la profesión de médico alrededor de 5200 egresados de nuestras Universidades, muchos de los cuales, un 85% tienen estudios de posgrado y de estos un 30 % realizados en países de alto nivel académico. Las universidades venezolanas hasta el inicio del holocausto, aparecían en los QS World University Rankings entre las más prestigiosas de Latinoamérica.

Creo importante mencionar que la formación de un médico cirujano en nuestras universidades le costaba a la nación venezolana alrededor de 100 mil dólares americanos. Igualmente menciono que un postgrado de medicina en una universidad americana el costo es de aproximadamente 200 mil dólares por un pensum de tres años. Se afirma que el 25 % de los médicos venezolanos tienen estudios de especialización en universidades de alto nivel académico. Me refiero a países del llamado primer mundo y un 60% con estudios de postgrados en universidades nacionales.

Haciendo una elemental multiplicación podemos ver que el pueblo venezolano, de lo que eran sus recursos, le está ofreciendo a ese querido pueblo chileno la sabiduría de esos médicos, por la cual a este pueblo, hoy necesitado y paupérrimo, le ha costado algo así como 520 millones de dólares. Estas cifras no incluyen los costos de los estudios de postgrado. Si, efectivamente estos traidores de la patria, encapuchados en un disfraz de Socialistas del siglo XXI, nos obligaron a cambiar nuestros médicos de altísimo nivel científico, por enfermeros y camilleros cubanos y lo que no sé que es peor, si estos medios galenos tropicales o los médicos comunitarios integrales, quienes nunca han asistido a la extracción de una muela.

Agradeciendo a Chile su apertura en el afrontamiento de nuestra crisis, recuerdo que el costo de formación de 5200 médicos es, desde la perspectiva del costo formativo, un excelente negocio, y como antes dijimos, inesperado. 

Según la Agencia de las Naciones Unidas para las migraciones y refugiados, la ACNUR, el impacto negativo en la economía y en la sociedad venezolana en general, desde los primeros días del mes de agosto, ante el no reconocimiento del resultado de las elecciones presidenciales del 28 de julio próximo pasado por Nicolas Maduro, se observa un significativo aumento de ciudadanos venezolanos tanto por la frontera con Colombia como a través de la frontera con la República Federativa de Brasil.  

Esta tendencia se está manifestando muy activa en ambas fronteras y especialmente con la de Brasil, con el cual tenemos 2199 kilómetros de frontera terrestre, obviamente sin olvidar el llamado “Tripunto” ubicado en el Monte Roraima que demarca las fronteras entre Venezuela, Guyana y Brasil, territorio prácticamente sin ley donde todo puede transitar. El territorio de Pirara incluye los afluentes de la Cuenca del Amazonas, riachuelos que resisten cualquier actividad humana. 

Las autoridades de la República Cooperativa de Guyana informan de un incremento de venezolanos cruzando la frontera y solicitando el estatuto de refugiados humanitarios. El aporte de la limitada diáspora (35.000 personas) en ese nuevo rico país petrolero es prácticamente nulo, realizando ella trabajos manuales de muy limitada importancia, tanto económica como socialmente.

Menester es tener presente que las fronteras venezolanas son totalmente permeables, lo cual tiene un significado muy amplio: es el pase de personas y el pase de todo tipo de mercancías, santas las pocas y delincuenciales las más. 

Según el diario madrileño El País, en su edición del día 15 de septiembre 2024, se informaba que las autoridades del municipio Pacaraima, al oeste del Estado brasileño de Roraima  y el cual demarca esa nación con nuestro país, se declaró en emergencia,  ya que la estructura administrativa ya no da abasto para recibir a los migrantes venezolanos, incrementando excesivamente desde la segunda semana de agosto y en términos exponenciales en los últimos días. 

Las autoridades informaron que en el pasado mes de agosto se registró (oficialmente) la llegada de 12.325 personas desde Venezuela, contra los 8.050 que llegaron en junio. También aquí, no me queda de otra, que el utilizar cifras estadísticas de fuentes externas, ya que menester es recordar que en Venezuela, simplemente no hay datos estadísticos, ni reales ni aproximados e increíblemente tampoco falsos, simplemente apreciados lectores porque no existen, no se llevan, ¿Y para que? se preguntan en las altas esferas del régimen.  

Agencias de prensa informan que con el amanecer del lunes 22 de septiembre, se presentaron alrededor de 4500 venezolanos solicitando la documentación para residenciarse en esa inmensa y rica vecina nación, lo que ameritó, por parte del gobierno del estado de Roraima la instalación de carpas de emergencia, para así albergar a los solicitantes de asilo durante la pernoctación.

En el inicio de esta investigación, con la cual estamos comprometidos de llevarla adelante, nos hace temer, como ya afirmado por científicos e investigadores sociales, que de no resolverse satisfactoriamente para el mundo el atraco de Maduro y su banda a las instituciones de Venezuela y a su pueblo, para algunos llamada diáspora y para otros simplemente desplazados, muchas naciones, no solo las vecinas, afrontarán verdaderos retos para la subsistencia en forma ordenada y pacífica.

La diáspora venezolana en Brasil, entre otras por razones propias de la geografía de ese país su aporte está limitado fundamentalmente a labores agrícolas o de sobrevivencia.

Todo indica que la diáspora venezolana aporta, suma y no resta. 

Veremos en los próximas semanas si este holocausto finaliza y comenzamos con el tan deseado como necesario proceso de la reconstrucción de nuestra amada patria.

Por último, deseo expresar mi sentimiento de orgullo como compatriota por la competencia y profesionalismo que diariamente y en el mundo entero muestran nuestros médicos. Mis sinceras gracias…

Raúl Ochoa Cuenca

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